Imagen de perfilLucho el catedrático

Ander Balzategi Juldain 

Para los que estudiábamos derecho en prisión Lucho era una eminencia. Decían que había ejercido como catedrático de derecho en la universidad de Salamanca hasta que un impulso incontrolable le jugó una mala pasada. Él mismo lo manifestaba así, “la sociedad está cayendo subyugada por la polarización de los impulsos”, decía, “todos nosotros somos víctimas de ello”. Sin saber a qué impulsos se refería costaba no sentir empatía por él cuando hablaba. Nos impartía sus clases en el patio de la cárcel, clases no regladas y suplementarias a las que recibíamos en las aulas de la penitenciaria, clases de estraperlo, le gustaba decir. Nos sentábamos en los bancos junto a la cancha de basket y entre los compañeros que estudiaban derecho se entremezclaban también conocidos políticos. A todos nos parecía provechoso estudiar asignaturas como “el arte de recurrir” o “cómo abusar de la prescripción” por un cartón de tabaco.

 

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