Ander Balzategi Juldain

Microrrelatos publicados

  • De la mano de Morfeo

    Amparo era sonámbula. En ningún momento fue consciente de la ilicitud de su delito, disparó a su marido en un acto maquinal e involuntario. Ésa iba a ser la línea de su defensa. Recogió la carpeta con los datos preliminares de la clínica. A las diez de la noche tenían cita para someter a su defendida a una polisomnografía, un estudio del sueño para certificar su condición de sonámbula. Contaba además con el testimonio de los hijos que avalarían la condición de la madre, así que el juicio pintaba muy bien. Estaban a punto de colocarle a Amparo las sondas cerebrales cuando se escuchó un estruendo. Miguel se despertó de la siesta y miró enojado a su mujer. Acababa de desmantelar su estrategia de defensa con un simple estornudo. Ahora despierto tenía que idear otra, y la verdad, lo veía todo muy negro.

    | Septiembre 2024
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 7

  • Lucho el catedrático

    Para los que estudiábamos derecho en prisión Lucho era una eminencia. Decían que había ejercido como catedrático de derecho en la universidad de Salamanca hasta que un impulso incontrolable le jugó una mala pasada. Él mismo lo manifestaba así, “la sociedad está cayendo subyugada por la polarización de los impulsos”, decía, “todos nosotros somos víctimas de ello”. Sin saber a qué impulsos se refería costaba no sentir empatía por él cuando hablaba. Nos impartía sus clases en el patio de la cárcel, clases no regladas y suplementarias a las que recibíamos en las aulas de la penitenciaria, clases de estraperlo, le gustaba decir. Nos sentábamos en los bancos junto a la cancha de basket y entre los compañeros que estudiaban derecho se entremezclaban también conocidos políticos. A todos nos parecía provechoso estudiar asignaturas como “el arte de recurrir” o “cómo abusar de la prescripción” por un cartón de tabaco.

    | Mayo 2024
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 6

  • Suerte astrológica

    Quizás razonar no haya sido nunca el primer impulso de mi familia. Soy hijo de una pitonisa y en mi casa consultar los astros, por manido que sea, se ha considerado el procedimiento más apropiado para conducirse en la vida. De hecho, cuando opté por ser abogado mamá me dijo que me había equivocado, que las cartas reflejaban claramente que tenía que ser artista.
    Ella nunca ha confiado en las decisiones que he tomado en mi formación personal. Tampoco en mi matrimonio. Según confesión de papá, mi mujer no concordaba con mi arquetipo cabalístico. Y hoy, tras volver de un juicio cuyo veredicto me ha sido favorable, he encontrado a mamá en casa. Estaba contrariada. Con sus 82 primaveras a cuestas me ha reconocido que ha hablado con los espíritus y que éstos le han asegurado que hemos dejado a un asesino suelto.

    | Abril 2024
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 1

  • Copyright

    Estoy nervioso, me siento como si fuese a jugar una partida de ajedrez contra una máquina. Enciendo el monitor para contactar con el otro bufete de abogados y comenzar la negociación. Es la primera vez que establezco contacto con unos abogados creados por inteligencia artificial, desde que se aprobó la ley que permitía colegiarlos están copando el mercado. Yo aún creo en las posibilidades de los abogados de carne y hueso, el contacto personal es aún una herramienta eficiente. Mi café humea, la taza está caliente, la realidad impera, me digo. Aparece en imagen el abogado contrario y yo me quedó boquiabierto, desarmado, se me ha olvidado hasta el propósito de la reunión. “Señor Martínez, ¿me escucha?”, dice el muy canalla utilizando la imagen de mi difunto padre.

    | Enero 2024
     Finalista
     Votos recibidos por la Comunidad: 14

  • El Algarrobico

    Me llamaron nada más tener noticia del auto judicial que exigía el derribo del edificio. La sala resolvió que la servidumbre de protección era de cien metros y el enorme complejo de mis clientes apenas distaba veinte metros de la costa. No parecía haber alternativa legal. Las obras estuvieron cuarenta años paralizadas y el desamparo del edificio terminó atrayendo a mis clientes, como atrajo el óxido a las barandillas, los montículos de arena a las terrazas, las cicatrices del sol a las baldosas o el desconchado a las paredes. En fin, que los echaban, y me miraban a mí como si yo pudiese regalarles más tiempo. “Presenta un último recurso, lo que sea”, suplicaban. Yo me mostraba impotente, no se daban cuenta que aún siendo abogado en el fondo no era más que un fantasma, como ellos.

    | Octubre 2023
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 18

  • Araucanía

    Me sobrecoge el olor a lavanda cuando entro en casa de mis padres. Mi retorno se tiñe de nostalgias y de alguna que otra sonrisa forzada. Desde que mi fui a estudiar derecho a la capital apenas he vuelto y ha tenido que ser este conflicto sobre la expropiación de tierras la que me ha traído a casa. Mi madre, su pelo aún negro, su melena mapuche, me da un abrazo, estamos conectados, ella sabe que vengo a ayudarlos. Mañana nos reuniremos en el ayuntamiento, mañana se cerrarán los pactos que darán a mi gente lo que se merece, un futuro en su tierra. Estoy convencido que para formular un futuro se deben realizar cambios, apuestas arriesgadas. Mi padre desconfía y sé que mañana me mirará decepcionado cuando hable de empleo, de futuro, sentado en la banqueta de la empresa que comprará su tierra.

    | Septiembre 2023
     Participante

  • Técnicas de visualización

    Gabriel seguía creyendo en ese aforismo que decía que, para triunfar, primero hay que soñar triunfando. Le había funcionado en su vida laboral, cientos de contratos, de acuerdos lucrativos que había firmado como abogado los había soñado antes, uno por uno. Más tarde, cuando saltó a la política y consiguió llegar al congreso, dio muestras de una elocuencia admirable, debatir no es tarea fácil si no te has preparado antes soñándote en el estrado. Pero incluso en casa, con los problemas de comunicación de su hija adolescente usaba esa técnica de ensoñación, visualizaba las conversaciones con ella antes de enfrentarse. Se lo contaba tal cual a su abogado a través del telefonillo de la cárcel y le pedía a él que también lo intentase. Éste asentía al otro lado del cristal, pero dudaba de que soñando pudiese librarle de las acusaciones de prevaricación y cohecho.

    | Mayo 2023
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 1

  • Reivindicarse violeta

    A mi hija y a sus amigas se les ha ocurrido confeccionar pulseras con cintas violeta para venderlas el ocho de marzo. Están ahorrando y hacen planes de futuro, se ven viajando juntas, se ven conviviendo en una mansión, se ven mujeres capaces de todo.
    Sus amigas son dicharacheras y me preguntan a qué me dedico. Soy abogado, les digo. Ah, lo de legislar y todo eso. Bueno, trato de aclarar, las leyes son la base, el soporte de mi trabajo, pero mi función es más conciliar en los desacuerdos, acercar los extremos, eliminar las brechas, ¿lo entendéis? Mi hija me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa. Le da confianza que defina así mi trabajo de abogado, ella entiende perfectamente lo de eliminar brechas que parecen insalvables, sobre todo desde que supo que era una niña y su cuerpo se empecinaba en decirle lo contrario.

    | Marzo 2023
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 1

  • Mucha mierda

    El teatro ha sido un oficio de familia. Podríamos remontarnos subiéndonos a escenarios hasta Calderón de la Barca, gustaba decir a mi padre. Nunca supe si pudo perdonarme el que yo me dedicase a la abogacía. Se consolaría pensando que en ambos trabajos existían ciertas similitudes, el lucimiento de la oratoria, el contacto con el público, la inevitable escenificación. No creí necesario explicarle que mi trabajo era esencialmente burocrático, documentarme, estudiar reclamaciones, asesorar a mis clientes. Un día, sin embargo, tuve que asistir a una vista oral por un asunto de acoso laboral. A mi cliente se le acusaba de actitud abusiva y degradante. Papá se enteró y dijo que iba a venir a verme actuar, “mucha mierda” dijo por teléfono. La resolución fue negativa y el veredicto de mi padre fue aún peor. - Ni siquiera te has levantado de tu silla, así no se interpreta a un picapleitos.

    | Febrero 2023
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4

  • Emociones descarnadas

    La composición del cuadro me produjo una sensación familiar y distante a la vez, conocía ese pecho ladeado, ese brazo caído sobre el sofá, la expresión de desdén y lascivia en el rostro. Me venían ecos de una lejana y agradable complicidad. A diez metros vi al autor de la colección, el examante de mi mujer, en el umbral de la senectud y aún fingiendo el tormento de la existencia. Los abogados me pidieron que fuese a certificar que la mujer de la pintura era sin lugar a duda ella, así, en caso de llegar a juicio, nuestra alegación resultaría irrefutable. Había perdonado a mi mujer por proteger a nuestra familia, pero cuando vi el antojo bajo el ombligo, aquel capricho tan nuestro pertrechado por las manos de ese embaucador, concluí que junto a la demanda que presentábamos al pintor presentaría otra de divorcio a mi mujer.

    | Julio 2022
     Participante

  • A vista de pájaro

    Probablemente fuese mi afición a la ornitología la que me llevó a bautizarlos con nombres de pájaros. El mundo de las aves ofrece una diversidad inagotable de personalidades. Inauguré el inventario con la Urraca, una abogada ladrona que me robó un caso muy goloso nada más entré a trabajar en la firma. Estaba el Cuco, un pícaro que solía entrar en los despachos a regar las plantas con oscuros propósitos, el Loro, un pelota insufrible que repetía todo lo que decía el jefe, o el halcón, el abogado más admirado y resolutivo de la firma. El mandamás era el Águila, que se puso hecho un basilisco cuando se descubrió el delito que vinculaba al despacho con un entramado de evasión fiscal. El marco apropiado para que el Buitre, un fiscal anticorrupción, despedazase los restos sin pena ni gloria. Y todo destapado por mí, el infiltrado, el Jilguero Cantarín.

    | Enero 2022
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 12

  • Planetas en apuros

    Éramos cuatro los abogados que esperábamos pacientemente en la sala de espera del consejo interestelar. Charlábamos con fingida animosidad, tratando de atisbar dónde escondíamos nuestros respectivos puñales. No estaba el tema para bromas, el futuro de los planetas que representábamos dependía de nuestros alegatos. Con los recursos menguando, la conservación de la galaxia exigía el sacrificio de algunos de ellos.
    Nada más entrar nos dieron el turno de palabra. El primer abogado fundamentó su defensa en lo verde que se había mantenido su planeta, un ejemplo de biodiversidad. Luego hablé yo, el defensor de la tierra, y subrayé nuestros esfuerzos en promover el desarrollo tecnológico. El siguiente, en cambio, destacó el elevado humanismo de los moradores de su planeta. Ganó el último en hablar, representaba a un planeta insignificante pero que había evolucionado hasta desarrollar auténticos titanes en el ejercicio del derecho. Tengo que reconocerlo, su defensa fue magistral.

    | Septiembre 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 6

  • Secreto de confesión

    Entró en mi despacho precipitadamente. Se sentó ante mí inquieto, con el gesto urgente, y me dijo que además de escucharlo debía proteger su identidad. Me reveló que había vivido casi toda su vida de incógnito, oculto tras un nombre falso pero que ya no podía aguantar más la carga. Se sentía con la obligación de redimirse y miraba hacia la puerta, como si una muchedumbre de fantasmas lo persiguiese.
    Había sido el encargado de la seguridad en un campo de concentración nazi, confesó por fin. Se excusó diciendo que nada de lo acontecido fue bajo su responsabilidad. Vivían engañados, la diversidad era enemiga de la raza pura y ésta debía fortalecerse. Fue espeluznante, gimió, y sus ojos brillaron con los desgarros de la culpa.
    Luego añadió:
    - Ahora que te has hecho abogado puedo contártelo, porque esto es como contárselo a un cura, ¿verdad?
    -Sí, abuelo- contesté apenado.

    | Agosto 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 7

  • La extinción de los abogados

    Lo vi al asistir a la inauguración del museo. Ante mí, tras el cristal, tenía la figura de cera de un homínido extinto, homo advocatus rezaba la inscripción. Mostraba a un hombre trajeado simulando una expresión circunspecta y sentado ante una mesa llena de papeles. Se le veía vulnerable. Junto a él una somera explicación. Homínido que existió cuando la sociedad requería orientación en el entramado normativo y cuando la defensa del ciudadano se realizaba presencialmente. Pobres homínidos, pensé, ahora no requeríamos de esos servicios, habíamos evolucionado y teníamos un algoritmo que nos hacía beneficiarios de un orden perfecto, sin conflictos que requiriesen la intermediación de nadie. Me apiadé de él. Al alejarme noté que me desplazaba como una marioneta, que unos hilos invisibles manipulaban mis movimientos. Inmediatamente comencé a gritar. Desperté sudoroso en mi oficina, aliviado de ver sobre mi mesa una maraña interminable de demandas y contratos.

    | Julio 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 37

  • Una adolescente y un peligroso insecto

    Todo comenzó cuando aplasté aquel simple insecto con el zapato, en realidad no sé ni lo que era. Mi hija se puso histérica, me gritó que así era yo, un déspota que de un zapatazo privaba de cualquier oportunidad a una vulnerable criatura. Pensé que solo era rebeldía adolescente, su afán por enfrentarse conmigo, pero creo que ése fue el día en el que ella cambió para siempre. Se convirtió en ecologista, animalista, vegana y más tarde abogada, defensora de causas perdidas y mi más enconada adversaria. Cualquier proyecto de construcción que emprendo es susceptible de erradicar una población de ranas o destrozar un ecosistema sensible. Doy fe que empleo todos mis esfuerzos por mediar con ella, pero no hay manera. Cuando con mi legión de abogados aplasto sus pretensiones de paralizar mis obras me acuerdo de aquel insecto y del maldito día que me robó a mi hija.

    | Junio 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 5

  • Memorias con verdín

    Su estatua se encuentra en el centro urbano, en un pequeño jardín rodeado de viviendas. Muestra rasgos de abandono. A pesar del material que utilizaron para construirlo el tiempo se va vengando de él con el látigo del olvido y el verdín se extiende ya por su estructura. Pero ése no es su mayor problema, el ayuntamiento quiere derribarlo. Ahí es donde entro yo, me han contratado para que encuentre una base legal que lo impida. Hay posibilidades, las leyes me dan cierto margen, pero luego vienen mis principios. A medida que indago en él más contradicciones me surgen. Mi mujer dice que debo ser resiliente, adaptarme a las inesperadas y desagradables sorpresas que te da la vida, olvidarme de las injusticias en las que estuvo involucrado este hombre, ser un profesional y aparcar los recuerdos sobre el fusilamiento del abuelo que le persiguen a mi madre.

    | Marzo 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 8

  • Ubasute

    Cuando la edad lo estaba mermando, la salud quebrada, ascendimos a su rincón preferido. Cumbres escarpadas, un mar de abetos, me confesó que quería que aquella fuese su última visión de este mundo. Desde entonces lo tuve claro, si aún cabal manifestaba aquel deseo, a mi me tocaba proteger su arbitrio, vigilar que se cumpliese su voluntad. Por eso, cuando el alzhéimer cerró la puerta definitivamente, cuando el acceso a su memoria fue ya imposible, decidí actuar.
    Sabe, hay una leyenda budista que habla de un hijo que lleva en la espalda a su madre enferma para que muera tranquila en el monte. La madre, mientras tanto, va alcanzando y rompiendo ramitas a su paso, así su hijo podrá encontrar el camino de vuelta.
    Usted, que me tiene que defender, debe encontrar esas ramitas. Bastará con que sea la mitad de bueno de lo que era mi padre como abogado.

    | Octubre 2020
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 6

  • El juicio final

    Puse el canon en do mayor de Pachelbel y acercándome a la ventana me apresté a desplegar mi alegato final. Pensé en argüir mi perplejidad por un juicio tan sumario, sin dar siquiera oportunidad al inculpado para defenderse. “In dubio pro reo” me reafirmé. A pesar de las desigualdades que produjo entre sus semejantes, a pesar de que extendiese sin reparo la brecha del pecado, también él merecía un juicio justo. Listé en voz alta aspectos positivos de su existencia, recordé momentos en los que supo discriminar entre el bien y el mal, ¡ah, y su genialidad! ¡Esos arrebatos divinos en los que arañó el cielo! La música, la poesía... La esfera crecía indefectiblemente mientras yo disfrutaba de mi último ejercicio como abogado fumando un habano. Nunca esperé que el meteorito modificase su trayectoria por muy bueno que fuese mi alegato.

    | Marzo 2020
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 12

  • Equilibrio ecológico

    Soy una especie en peligro de extinción. Hasta no hace mucho era una especie dominante en mi ecosistema, todos me conocían como Don Román, el reparador, un abogado generalista que campaba a sus anchas por esta amplia región norteña, región que acogía una moderada diversidad de causas y pleitos. Pero últimamente mi subsistencia no parece sostenible. El aumento vertiginoso de la densidad poblacional ha creado una degradación del hábitat con entornos muy competitivos, surgiendo especies depredadoras, mutantes polifacéticos que dominan todas las áreas del derecho y que se asocian para controlar el ecosistema con nombres como García & asociados. Son voraces, no me fio de ellos, me preocupa proteger mi entorno, mi gente, por eso le he pedido a mi hijo, recién colegiado, que se infiltre entre ellos. Así mantengo la esperanza de que un día mis vástagos retornen a la cima de la cadena trófica.

    | Enero 2020
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 6

  • Chicken masala

    Me cuesta encontrar a mi madre en su propia casa, los inmigrantes pululan por ella como si fuese un zoco africano. Mi madre los acoge en su humilde piso mientras yo, como abogado, me dedico a gestionar sus papeles de asilo. Hoy hay una actividad frenética en la cocina, huele a “chicken masala” y calculo que habrá unas diez personas cocinando al mismo tiempo. Nadie repara en mí. En la sala, varios hombres discuten acalorados sobre un partido de cricket, alguno es tan amable como para enarcarme una ceja. Después de registrar las habitaciones encuentro finalmente a mi madre fumando un cigarrillo en el balcón. Estoy a punto de decirle “mamá, esto no puede seguir así”, pero ella se adelanta y me sonríe “felicidades, cariño”. Con un beso me recuerda que ese mismo día, hace treinta años, me trajo del Congo con solo dos años.

    | Septiembre 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 5

  • Un pueblo llamado Comala

    Apareció Aquilino en el pueblo como el viento del sur, repentino y embravecido. Entró en mi despacho y levantó el polvo ceniciento que cubría los muebles y las carpetas. Dejó sobre la mesa un calcetín raído y exclamó “aquí están las pruebas. Dicen que ahora se puede obtener su rastro y demostrar que era mi padre”.
    Ya estaba harto de representar a los locos, a los idealistas y a los desfavorecidos, y no sabría donde encajar a Aquilino. Su padre nunca lo reconoció como hijo y el había porfiado por obtener su reconocimiento, luego su hacienda.
    Le recomendé que cesase en su empeño, la reclamación ya había prescrito. Él no entendía el concepto de la prescripción, a pesar de que en ese pueblo de mala muerte no quedásemos más que los cactus y los fantasmas. “Da igual”, respondió, “reclamo el derecho consuetudinario de las ánimas a vagar en sus propiedades”.

    | Julio 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 6

  • Ser actor o abogado

    Estaba en paro, desmotivado y desorientado cuando un llamativo cartel en la universidad propició mi rescate. Anunciaba el inminente estreno de una serie de abogados. El plantel de guionistas requería de un abogado para desvelar la terminología y los procedimientos apropiados en los juicios. Así comenzó mi vida laboral, y no sé cómo una cosa llevó a la otra. Un día el director me escuchó leyendo un fragmento del guion, dijo que encajaba en el personaje y me dio un papel en la serie.
    Fue el inicio de mi confusión, ser actor o abogado. Ahora, cuando trabajo como abogado en la vida real, no puedo evitar mi propensión a la sobreactuación. Y funciona, eso y los guionistas que suelo contratar para que me preparen los alegatos. Hay veces que me excedo en la puesta en escena y el juez se ve obligado a decretar la expulsión de los cámaras.

    | Junio 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4

  • De Copacabana a Cincinnati

    Recuerdo el XXII congreso en Copacabana. Le presentaron como el no va más de la innovación. Subió al estrado con movimientos ortopédicos, se oían incluso los rozamientos de sus elementos mecánicos. Para ser el paradigma de una sociedad transformadora nos dejó escépticos y bastante fríos, y no tardamos en vaticinar un futuro distópico si la abogacía optaba por ese camino. Luego habló. Su conocimiento enciclopédico, la interacción en tiempo real con el conferenciante y su empatía nos generaron ciertas incertidumbres.
    Me da gracia recordarlo. Hoy, en el XXX congreso de Cincinnati, me suben a mí al estrado. Doy una charla sin apenas público sobre la historia de la abogacía en el siglo XX. Ni siquiera sé para qué se congregan estos androides si lo saben todo, como no sea para hacer mofa de esta última reliquia de carne y hueso.

    | Marzo 2019
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 1

  • Alonso Quijano

    La convalecencia lo transformó. Salió de la clínica con algo más que un ánimo renovado, salió con el ímpetu de un caballero que se veía victorioso antes de comenzar la batalla. Notó, al hablar con la enfermera, que su verbo se había vuelto audaz y exuberante. Su desempeño como abogado en el pasado le parecía ahora insignificante, diluido por la efervescencia de sus nuevas pretensiones. Iría a por ellos, a por esos gigantes corporativos que medraban a sus anchas explotando el sistema y exprimiendo sus recovecos. Los conocía bien, llevaba años encerrado redactando contratos y preparando declaraciones fiscales para ellos. Cuando volvió a su cubículo encontró la mesa llena de expedientes y el teléfono sonando sin parar. No iba a contestar. Lo primero era encontrar un escudero. ¿Quién repudiaría una oportunidad así?

    | Septiembre 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 1

  • El caso de la señora Nobody

    Comenzó a dejar de ser él cuando se dio cuenta de que había desaparecido de la orla de su promoción. No se encontraba entre las fotos. No podía creerlo. Trató de ubicarse buscando su nombre en un albarán, algo que lo vinculase a aquel bufete, pero ni rastro. Se miró la mano, tampoco llevaba el anillo nupcial. Me llamo Fermín Valera, estoy casado y tengo un caso, se reafirmó, debo abogar por la Señora Nobody. Pero sentía como si su existencia se estuviese desvaneciendo. En el juzgado, el juez no dejaba de censurar su presencia con gesto bronco e idioma ininteligible. Terminaron sacándolo a patadas. Y ni siquiera dio con la señora Nobody. Tras quedarse dormido en un banco se despertó sudando, no había preparado el examen de derecho procesal y sabía que de esa prueba iba a depender tanto su licenciatura como la futura existencia de Fermín Valera.

    | Junio 2018
     Participante

  • Un juicio vetusto

    Tenía bien preparado mi alegato. Me levanté, y con palabras justas logré definir el propósito que me alentaba, las causas y razones que me llevaron a postrarme en aquella silla. La verdad es que estaba nervioso, defenderse a sí mismo, siendo abogado, ni es sencillo ni es apropiado. Mi mujer me acompañaba, y no dejaba de asentir cada vez que se me colaba un silencio. Estaba rodeada por sus parientes, que se sumaron a aquella pantomima y escrudiñaban cada uno de mis gestos como si fuese sospechoso de ocultar algún pecado.
    Sentado en la cabecera me observaba el juez, impasible y solícito al mismo tiempo. Era el director de aquel absurdo circo, en cuya sobremesa y con un coñac en la mano, me obligaba a defender mi buen nombre antes de solicitar la mano de su hija.

    | Enero 2018
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 12

  • La piel de un abogado

    Mi cliente y yo esperábamos al nuevo procurador para facilitarle la documentación. Con las pruebas de ADN lograríamos solventar el problema y él sería exonerado de cualquier relación con el agresor. Estaba claro, las pruebas eran circunstanciales, lo habían detenido, esencialmente, porque era un inmigrante.

    - Los prejuicios raciales son una pandemia en esta sociedad. – dije acomodándome frente a él en el sofá de mi despacho- se expanden como una plaga de conejos en una pradera.

    Aurel asentía a mis palabras. Los dos vestíamos parecido, él era un rumano de tez blanca y yo un español con la piel de ébano. Quizás por eso, cuando entró el procurador, se dirigió a él para solicitar los documentos. Preferí sonreír.

    - También hay camareros que sirven la cerveza al hombre y el cortado a la mujer. – Añadí - Como te decía, a esta sociedad le hace falta un buen meneo.

    | Mayo 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4

  • Miradas que matan

    Me cuesta sobrellevar el desasosiego después del fallo, y eso que estoy convencido de que llevé el caso con la mayor diligencia, que desde el principio trasmití las expectativas con transparencia y rigor. Debería saber que la justicia no es cuestión de magia, que aquí no hay trampa ni cartón, que no se pueden volatilizar unas pruebas incriminatorias tan concluyentes. Hice lo que pude, me repito obcecado, y vuelvo a encender el ordenador. Simulo actualizar mis ficheros y carpetas, cuando en realidad le busco a él en Facebook, para descubrir su sonrisa y borrar de mi memoria su mirada de rencor y odio. La del hijo de mi cliente, sentado sobre el regazo de su madre y camuflado por la concurrencia, simulando que me disparaba con su piruleta.

    | Marzo 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 8

  • Esquiva memoria

    Es su prominente nuez la que actúa como una llave y desatasca mi ofuscado cerebro. Sí, lo reconozco, es mi cliente, el Doctor Gálvez. Me ubico, recupero en cascada mi esencia y mis conocimientos de abogado, recuerdo el incidente que lo trajo a mi despacho, se despliegan en mi mente los archivos y las carpetas que contienen su caso, rememoro el rostro compungido de su mujer en el juicio, incluso recuerdo el veredicto. Pero entonces, ¿qué hace otra vez en mi despacho? Además, mi despacho se me hace ajeno, con esas toallas, este olor tan aséptico, como a lejía, y sobre todo, con ese hombre de nuez enorme mirándome tan fijamente.

    | Agosto 2016
     Participante

  • La suerte está echada

    No puedo borrar de mi memoria esa visión panorámica de la sala. En ella veo a un jurado decidido e impaciente por terminar el juicio, a un juez desesperado apremiándote a que procedas con tu alegato, la sala completa mirándote, tú dejando el tiempo correr, como esperando que se produjese un eclipse, un terremoto, cualquier milagro que evitase tu intervención.
    Nadie daba un duro por ti, y tú no pudiste ser más gráfico al adoptar la apariencia de un púgil derrotado. Y claro, perdiste, porque la vida es cuestión de actitud. Como yo, que no he parado hasta escapar de la cárcel para recordarte aquello que me dijiste nada más levantarte. ¿Cómo era? ¿Alea jacta est?

    | Julio 2016
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 1

  • Solidario, a pesar de todo

    - Describa, los detalles son importantes.

    El representante de los refugiados intercalaba las penurias de la guerra y los nombres de familiares perdidos entre sus datos personales, y yo lo transcribía todo a mi portátil. Llevaba dos semanas trabajando como abogado en el campo de refugiados de la isla de Quíos, tramitando las peticiones de asilo con escasa convicción.

    Al terminar mi trabajo, una niña se me acercó para darme las gracias. Los que ocupaban la tienda celebraron su iniciativa y repitieron el gesto. Me sentí incómodo, como desubicado, y un irreflexivo espasmo cruzó mi garganta:

    - Tranquilos, ya estáis en Europa.

    Desenfundé la mejor de mis sonrisas y me despedí avanzando hacia la puerta de control. Nada más cruzarla observé la alambrada que los separaba de la playa, y por detrás se adivinaba el mar, siseando como una serpiente en la oscuridad.

    | Junio 2016
     Participante

  • La traición

    Éramos amigos desde la facultad y competíamos por todo. Después de cursar el mismo posgrado, nos presentamos a la misma plaza de un importante bufete de abogados. Al final del proceso de selección quedamos como los únicos aspirantes. Hasta ahí normal, pero en la entrevista final me dejé llevar y conté algunos secretos de mi amigo. Su participación en manifestaciones antisistema, sus proclamas por la independencia de los poderes fácticos, incluida la banca, y otras zarandajas parecidas. Sabía que no les gustaría, la banca era un cliente preferencial del bufete.

    Como me escocía mi traición, le llamé por teléfono y se lo conté.

    - Te agradezco que nos sinceremos. – me contestó.
    - ¿Nos?
    - Yo también lo hice. Pero además adjunté pruebas, un disco compacto con aquella comprometida foto tuya. Me tomé la entrevista como un acto procesal. Lo siento, pero de traicionar, mejor como un profesional.

    | Marzo 2016
     Finalista
     Votos recibidos por la Comunidad: 3

  • Citarla o no citarla

    Mi cliente ve una suma de dinero bajo decomiso, su novia ve los sueños y los planes de futuro esfumados. Él teme que el testimonio de ella sea su última bala. Ella también, pero aún no sabe dónde apuntar.

    | Febrero 2015
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4