Al dedillo
Miriam Fopiani Román · San Fernando (Cádiz)De nuevo cogió ese libro y se puso a leer. Le encantaba. Conocía la historia de aquel niño abandonado al dedillo y su desamparo le conmovía tanto que no podía contener las lágrimas. Su sueño era ser abogado. Quería defender y apoyar a los demás, aunque no le hacía mucha gracia tener que aprenderse el Código Civil. En el orfanato le tachaban de raro, y no aguantaba a aquella mujer que vestía de manera tan ecléctica. Le despertaba cada día con un tirón de oreja. Al tiempo le dejó de doler, igual que le ocurre a la costurera de tanto pincharse el dedo con la aguja. A los ocho años su profesor de lengua se hizo cargo de su tutela, y también de su felicidad. Abogado y hombre feliz de profesión. El anciano cerró el libro y acarició la portada de éste con nostalgia.¡€™Mi diario¡€™decía.