Desencanto

Juan Francisco Mármol Aroca · Vélez-Málaga 

La alergia que desarrollé a la Abogacía cada vez se acentúa más. Ya no me considero un soldado jurídico, un pilar fundamental. Recuerdo cómo años atrás preparaba a conciencia escritos, declaraciones, juicios y recursos, estudiando, forjándome, disfrutando, midiéndome gallardamente con letrados, fiscales y jueces, con preparados o improvisados movimientos de ajedrez. Ahora todo me parece mecánico, rutinario, podrido, nauseabundo, sin un leve halo romántico. Hoy soy juez, testigo y parte de la apatía que me provoca el ejercicio desde que cada mañana entro al despacho. Los muebles que otrora me parecían hermosos hoy son sólo parte más de mi prisión, los libros son los jueces de mi ignorancia, y los peces de mi acuario se me antojan menos lerdos que yo… cada vez sé menos. Mis conocimientos menguan a la par que transcurren las horas, y el estudio es mi verdugo cruel, mi tortura, mi condena, mi sino.

 

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