Imagen de perfilFADO Nº1

Nicolás Montiel Puerta 

Él se llamaba Manuel. Ella Mafalda.
Él era contrabandista, ella “advogada”.
Él cruzaba el río, ella esperaba al otro lado del puente, leyendo el cartel donde ponía “Espanha”.
Él navegaba a vela y cada dos por tres naufragaba, ella acudía al rescate, con la sonrisa tensa, con la melena al viento, con su llamativo maletín verde, de cocodrilo blanco, repleto de artimañas.
Y los dos se miraban a los ojos, se acariciaban, él con las esposas apretadas, ella con la toga en la mano, con el tacón afilado, desplegando su magia.
Tan contentos, tan unidos, tan seguros, sin respetar La Raya que no los podía separar, que no era frontera, que no era nada.
Y cuando Manuel, aquella última noche, no reapareció entre las aguas, Mafalda tuvo que decretar silencio y luto eterno en el Guadiana.

 

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