LA VIDA DE PEDRO PASTOR
Miguel Angel Zarzuela RamírezPensé que el empleo era una buena oportunidad para cambiar de vida y reencontrarme. Tras demasiados años en el gigantesco bufete de la capital, cansado de interminables pleitos financieros y eternizado en mitad de mil disputas en bucle, necesitaba liberarme. No me iría mal cambiar el sofoco y la contaminación por el aire limpio de un lugar con una población de menos de cinco mil habitantes (y, de paso, contribuir mínimamente a su repoblación). Me sentía agotado, vulnerable, incómodo conmigo mismo y cargado de culpas que no me correspondían. Necesitaba erradicar peligrosos pensamientos que comenzaban a instalarse en mi cabeza.
Y lo conseguí.
Nada como doce horas al día de sanadores balidos.
+9
Queremos saber tu opinión
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Tu relato y el mío son diferentes, de alguna forma complementarios. Comparten ambos el concepto de la naturaleza como herramienta bienhechora. En el caso de tu protagonista, como refugio al complicado infierno urbano; en el de mis personajes, como salida a unos jóvenes que necesitaban mirar un poco atrás, para seguir adelante.
El título es de lo más apropiado: «Pedro Pastor» y perro pastor vienen a ser casi figuras homónimas.
Una historia con la que es difícil no identificarse. Quién, en medio de la vida demasiado compleja que tenemos, no ha deseado alguna vez dejarlo todo para recurrir a otra más sencilla, con menos pretensiones.
Un saludo y suerte, Miguel Ángel
Gracias por tu comentario. Suerte.
Muy bien escrito y descrito ese abandonarse y esa valentía para mandarlo todo al carajo. Enhorabuena, mi voto, y un saludo
Siempre me atrajo el oficio de pastor. Nada más reconfortante que los balidos, sobre todo a la hora de la siesta. Se nota que aprecias el mundo rural Miguel Ángel, igual que yo. Me gusta tu relato, te doy un voto y te deseo suerte.
Saludos.
Enhorabuena Miguel Ángel por la selección de tu sencillo pero ilustrativo relato Todo es empezar. Mo voto para que te animes a seguir.