Imagen de perfilLA VIDA DE PEDRO PASTOR

Miguel Angel Zarzuela Ramírez 

Pensé que el empleo era una buena oportunidad para cambiar de vida y reencontrarme. Tras demasiados años en el gigantesco bufete de la capital, cansado de interminables pleitos financieros y eternizado en mitad de mil disputas en bucle, necesitaba liberarme. No me iría mal cambiar el sofoco y la contaminación por el aire limpio de un lugar con una población de menos de cinco mil habitantes (y, de paso, contribuir mínimamente a su repoblación). Me sentía agotado, vulnerable, incómodo conmigo mismo y cargado de culpas que no me correspondían. Necesitaba erradicar peligrosos pensamientos que comenzaban a instalarse en mi cabeza.

Y lo conseguí.

Nada como doce horas al día de sanadores balidos.

 

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