Sin papeles
ELENA NÚÑEZ RAMOSIbrahim me decía que tenía un hermano, que trabajaba en Alemania. Que estaba solo en la isla, que no tenía papeles. ¿Cuántos años? Quince me dijo. Mintió. Que pagó dos mil euros. Que no tenía más. Que quería un empleo para poder llegar hasta su hermano.
Sus manos, de largos dedos que se apretujaban entre ellos. Su piel negra, que sobresaltaba el blanco de sus ojos. Que me miraban y me pedían una oportunidad.
Yo solo era una abogada voluntaria. Lo único que podía hacer era intentar evitar que lo deportaran. Tal vez pudiera lograr erradicar de su mirada ese miedo, si lo conseguía. Pero por mucho que yo hiciera, no dejaría de formar parte de una población etiquetada de vulnerable. O sí.
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Hay personas que han tenido la mala fortuna de nacer en un lugar desfavorable, con el camino truncado de antemano, con todas las dificultades y casi ninguna oportunidad.
Esta abogada voluntaria poco puede cambiar y lo sabe, pero hará todo cuanto esté en su mano por ayudarle. Él, al menos, sentirá que no está solo, que le importa a alguien, que la vida no es siempre tan implacable, que aún quedan ángeles que se preocupan por los demás.
Un saludo y suerte con esta historia de solidaridad pura, que no escatima las dificultades que conlleva algo tan humanitario como dedicar tiempo y energías a los que nada tienen.
Gracias por tu comentario. Vivo en un lugar en el que desde niña han llegado pateras. Siempre fue algo que rompía un poco la cotidianidad, Un lugar donde las generaciones que precedieron a la mía, tuvieron que emigrar. Hace poco he visto una película que se llama «Guarapo», está rodada en estas islas, y refleja ese momento de nuestra historia.
Y en estos últimos meses cerca de donde yo vivo han instalado un centro de inmigrantes. No sé, quizás sean mil los chicos. Es inevitable por todo lo que te cuento, no pensar que cualquiera de nosotros, podemos en un momento dado, estar en ese lugar.
Que la historia de tu Ibrahim y de tantos como él nunca caiga en el olvido. Gran relato. Enhorabuena, mi voto y un saludo
Mi apreciada Elena, dicen por ahí que lo último que se pierde es la esperanza. Quien sabe?
Mucha suerte (y mi voto, para ayudar)
Por desgracia la llegada de Menores Extranjeros No Acompañados (MENA), es un chorreo que no cesa. Gracias a voluntarios y voluntarias, como tu abogada, al menos reciben un poco de la solidaridad que merecen por parte de nosotros.
Enhorabuena por plasmar en tu relato una realidad tan latente en estos tiempos.
Espero que consigas muchos votos, cuenta con el mío, suerte y saludos.