Chiringuito

Noa García Docampo 

Marisa trabaja vendiendo helados en el chiringuito que hay a pie de playa. Acalorada y cansada, aborrece a los niños indecisos que se apoyan en la repisa y se detienen durante largo tiempo, o a los maleducados que vienen en pandilla diciendo palabrotas y empujándose los unos a los otros. A Marisa no le gustan los niños y el calor sofocante de la tarde le recuerda que todavía le quedan horas de trabajo. Desde la boda de su hermana, no ha tenido ni un solo día libre y de eso, ya hace casi un mes. Bajo la estantería de las pipas, tiene una vieja tele que cada día sintoniza con las noticias. Asesinatos, desapariciones, detenciones y juicios alimentan su sueño de acabar la carrera. “Este año sí”, se dice con orgullo a si misma mientras se imagina, ruborizada, luciendo toga y birrete el día de su graduación.

 

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