HISTORIAS DE MI BUFETE
RAFAEL OLIVARES SEGUÍRecién licenciado, ante la imposibilidad de encontrar trabajo como abogado, decidí poner un bar, «Mi Bufete», en el que además de servir copas prestaría asesoramiento jurídico a los clientes que me lo requirieran. Una tarde, entre güisqui y güisqui, acodado en la barra y encaramado a uno de los taburetes, Ta Lee Lo, el empresario mayorista chino, me contó sus problemas con un individuo al que calificó de delincuente, sin tan siquiera anteponer la etiqueta de presunto. Rápidamente, con aplomo y seguridad, redacté un borrador de denuncia y le pregunté por los delitos e incumplimientos de la ley del interfecto.
–¿Delitos?, ¿qué delitos? –me dijo sorprendido– yo solo te he dicho que es un maleante, que no deja de malealme pala que le pague lo que le debo.
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Eso de poner con la misma destreza una copa que una demanda… habrá que patentarlo. Ja, ja. El relato, nada maReante, sino todo lo contrario: muy divertido. Mucha suerte.
Hoy triunfa el abogado multifunción.
Gracias, Ángel.
Qué bueno, Maestro. Seguro que en ese bar-bufete abundan las anécdotas. Enhorabuena y encantada de verte por aquí.
Lo mismo digo. A ver si se me pega algo de tus excelentes letras.
Besos, capitana.
A ver ese «Ta Lee Lo» (jajajaj) si aprende a pronunciar un poco mejor y no «malea» a los que le escuchan. Y el bar-bufete no tiene desperdicio!
Muy ocurrente Rafa.
Un beso.
Carme.