DESESPERACIÓN
Javier Puchades Sanmartin Aquella mañana, me encontraba realizando unas gestiones en el colegio de abogados, cuando vibró mi móvil. Era María Gómez, una testigo crucial en el caso de unos clientes que se habían visto estafados por las clínicas nutricionistas “Silueta Ideal”. Aquel mensaje era un grito desesperado. Literalmente ponía: “No aguanto más. Ya no puedo soportar esta tortura. Tengo que poner fin a esto.”
Tal vez, en esta ocasión, se veía con el agua al cuello y podía cometer cualquier locura. Necesitaba que fuese a declarar al juzgado que aquel método de adelgazamiento era un engaño.
Me dirigí a su domicilio. Al no contestar al timbre, solicité al portero que abriese la puerta y que llamase al 112. Entré. La busqué. La encontré en la cocina y le grité: ¡No lo hagas!
Mantenía fuertemente cogido entre sus manos, frente a su boca, el último trozo de pastel de chocolate, dispuesta a comérselo.
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Es que es desesperante, Javier. Yo cometo una locura tras otra y así me va.
¡Mucha suerte con el juicio! ;-)
Un beso
Margarita, muchas gracias por tu comentario.
Sí, las dietas pueden ser desesperantes y los juicios mucho más, jajaja.
Un beso.
Hola, Javier!!!
Ay, la desesperación no es buena consejera.
Pobre mujer.
No poder comer cuando se tiene hambre es terrible.
Pero seguir una dieta de adelgazamiento es… desesperante.
Un abrazooo
(y mi voto, veraniego, gracias por recordarme que no me exceda con los hidratos)
Amparo, muchísimas gracias por tu comentario.
Ahora en verano casi apetece más un buen helado… pero de chocolate.
Un beso.
Ay, Javier, qué tentadora propuesta y qué calórica. Ese pastel de chocolate tan blandito, tan jugoso, tan apetitoso, chorreando sirope me ha ganado.
Suertísima.
Un abrazo y suerte.
Mª Sergia, muchísimas gracias por tu comentario. Me alegra que te haya gustado tanto como ese pastel de chocolate.
Un beso y feliz verano.
Buenas Javier. Fiel a tu costumbre, nos traes un buen relato, esta vez de dieta-ficción, porque nadie que tenga el último trozo de tarta de chocolate frente a la boca, se distrae llamando por teléfono. Yo por lo menos no me veo, ja, ja. Mucha suerte.