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Modes Lobato Marcos · Zamora  

Cojo la nuez del árbol prohibido y…

Estallan las costillas del kraken, gimen las trompetas del Apocalipsis, entra en celo el caribú, allá en Terranova.
Corro.
Cientos de soldados cartagineses, jenízaros, tréboles, me persiguen y atrapan.
Miro a mi abogado. Él, con bañador y toalla al hombro, me ignora para irse a surfear las cumbres del Annapurna.
Un conejo relamido se acerca, abre su carpeta, extrae un documento y lee:»Grave incidente… bla, bla, bla, juicio sumarísimo…bla, bla, bla… decapitación»
Mi cabeza, aterrada, se desprende de mi cuerpo a la altura del cuello y huye rebotando calle abajo, mientras se transforma en Danny DeVito, mujer tártara, reloj de bolsillo, balón de reglamento que resquebraja el espejo y, como una llave, abre mi vigilia.

No.
Nunca más leeré a Lewis Carroll antes de dormir.
Son muy pesadas sus oníricas digestiones.

 

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