Imagen de perfilMALDITAS VENTANAS

Maribel Romero Soler 

Todas las mañanas acude a la Oficina de Atención a la Diversidad. Es abogada. Carácter fuerte. Transmite seguridad. Desde mi puesto de guarda jurado adivino que para ella vivir es urgente. Se le nota. Cómo sube las escaleras, atiende el móvil o saluda a los clientes. Es un torbellino.
Me encantaría fortalecer nuestra relación de amistad. Hoy podría haberle preguntado qué le pasa en el ojo. El izquierdo. El que cubre con más maquillaje de lo normal y, sin embargo, no oculta un hematoma.
Protejo esta oficina, pero desde que la conozco pienso que su bienestar es también responsabilidad mía. «Me he dado un golpe con la ventana», va diciendo antes de que nadie le pregunte. Y lo que yo veo es a una mujer asustada que pide ayuda. Y se la voy a dar. No consentiré que ni una sola ventana le roce.

 

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