Maribel Romero Soler

Microrrelatos publicados

  • SOLO ÉRAMOS UNOS CRÍOS

    «El que gane la carrera es el juez, el que pierda el acusado». Y siempre ganaba él. Me condenaba a limpiarle los zapatos, a entregarle el bocadillo o el bolígrafo nuevo de cuatro colores. La infancia dejó de ser dulce para mí tras el accidente. Una bicicleta, una lluvia intensa y un pobre animal que cruzó cuando no debía. Tenía once años. Fue duro empezar a andar de nuevo, pero más lo fueron sus burlas... Era mi mejor amigo. Hoy lo recuerdo con nostalgia mientras espero la lectura de su testamento en el despacho del notario. En su caso no se cruzó un perro, sino un camión. Jamás hubiese imaginado que me dejaría un legado tras tantos años sin hablarnos, pero se acordó de mí... Abandono la notaría con una caja en el bolsillo y una dedicatoria en el corazón. La caja contiene el bolígrafo. La dedicatoria su sincera disculpa.

    | Abril 2022
     Participante

  • TRÍO DE ASES

    Desde mi despacho los veo sentados en la alfombra del salón. La comisión la componen el abuelo y los dos nietos. Los chicos tratan de empatizar con el anciano y su filosofía sobre el consumo y el ahorro. Le explican que no tienen que esperar las horas valle para conectarse a Internet, que lo hacen desde el móvil. El viejo niega con la cabeza. Él no entiende de tecnología, pero bien sabe que está pasando el invierno sin enchufar el radiador y con el frío en los huesos. Comienza a dictarles la demanda, que es en realidad un rosario de quejas y verdades. «Yayo, vas a recibir un auto desestimatorio», le dice el nieto mayor. Pero mi padre no se amilana, continúa con su argumentación enérgica en defensa de los jubilados mientras mi hijo pequeño escribe en la tablet. Para ellos es un juego. Para mí un orgullo de familia.

    | Febrero 2022
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 6

  • HISTORIA DE MI PADRE

    Mi padre trabajó toda su vida en la construcción, pero hoy piensa que es abogado, una extraña consecuencia de la demencia que padece. Tampoco me conoce. Cuando lo visito en la residencia cree que soy un cliente. Siempre da él el primer paso, invitándome a sentarme frente a su silla. Después me pregunta en qué puede ayudarme. Intento que mi tristeza no sea visible y, a riesgo de que algún día recupere la cordura y me descubra, voy inventando diferentes litigios, controversias... Hoy he tejido una historia absurda. Le he dicho que un vecino me roba las macetas con la excusa de preservar la flora del barrio. Me ha mirado sorprendido. A él le gustan los casos más complejos. «No podré ayudarle —me ha dicho—, pero le recomiendo a mi hijo, es un gran jurista». Me voy emocionado, al menos recuerda que pagó una carrera de Derecho para mí.

    | Octubre 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 30

  • MALDITAS VENTANAS

    Todas las mañanas acude a la Oficina de Atención a la Diversidad. Es abogada. Carácter fuerte. Transmite seguridad. Desde mi puesto de guarda jurado adivino que para ella vivir es urgente. Se le nota. Cómo sube las escaleras, atiende el móvil o saluda a los clientes. Es un torbellino.
    Me encantaría fortalecer nuestra relación de amistad. Hoy podría haberle preguntado qué le pasa en el ojo. El izquierdo. El que cubre con más maquillaje de lo normal y, sin embargo, no oculta un hematoma.
    Protejo esta oficina, pero desde que la conozco pienso que su bienestar es también responsabilidad mía. «Me he dado un golpe con la ventana», va diciendo antes de que nadie le pregunte. Y lo que yo veo es a una mujer asustada que pide ayuda. Y se la voy a dar. No consentiré que ni una sola ventana le roce.

    | Agosto 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 11

  • PREPARANDO LA QUERELLA

    Mi cliente había decidido invertir en criptomonedas, un nuevo concepto de dinero con el que, afirmaba, se iba a forrar. Abandonó sin titubeos la boyante industria de producción de vinos heredada de su padre e inició un proceso de adaptación a las nuevas tecnologías para saber manejarse por el mundo virtual. Todo iba bien, hasta que descubrió que el churrocoin no era nada, solo un invento de cuatro estafadores que saqueaban sin piedad a un montón de gente tan ilusionada como incauta. Ahora me llama diez veces al día con voz llorosa, me recuerda que lo ha perdido todo y me ruega que acelere el proceso para recuperar su capital. Y yo, mientras preparo la querella, tras comprobar que ni del churrocoin ni de sus espabilados creadores ha quedado rastro en ningún servidor, solo puedo decir que Dios reparta suerte.

    | Mayo 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 4