Sueños de un picapleitos

Elena Marqués Nuñez · Sevilla 

Cuatro paredes, una alfombra sucia, una bombilla. Esa es su jurisdicción. Con lo bien que le sienta el aire libre. Pero todo esfuerzo tiene su premio. Más tarde o más temprano, algún abogado prestigioso se fijará en él, en su aspecto desenfadado a la par que elegante, las manos blancas y activas que tan pronto ensayan un alegato que se entretienen subrayando la reforma de una ley. A través de la ventana, un muro de ladrillos salpicado de lluvia. “Con lo que gano no me da para más”. Porque su sueño incluye algo más amplio: una mesa sin fisuras con vistas a la Castellana, calefacción central que le ahuyente el catarro, una secretaria pelirroja y un socio de apellido interminable que conozca a medio Madrid y presente a sus clientes honorarios de muchas cifras. La niebla del cigarro dulcifica el entorno. Apaga la colilla y sigue con su sueño.

 

 

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