Sambenito
David Villar Cembellín El presbítero miró al reo: contrecho, medroso, mirada gacha, sus ademanes amables apestaban a inocencia. Pero el Tribunal del Santo Oficio sabía cómo gestionar estos casos, no se iba a dejar engañar.
—Se le acusa aquí —el inquisidor levantó un papel— de herejía.
—Tenía hambre —repuso el reo.
—Pero ¿comerse las obleas sagradas?
—Previo al milagro de la transubstanciación, son solo pan.
El presbítero levantó una ceja. ¡Caramba con el pusilánime! ¡Sabía expresarse!
—Jamás robaría del sagrario —continuó el reo—. Pero una oblea en una cocina es apenas harina y agua.
El inquisidor sopesó la respuesta. Cierto era que, sin consagrar, el pan todavía no es cuerpo de Cristo. ¿Pero si la función de ese pan fuese ser consagrado, no habría igualmente herejía? ¿No la había?
Horas después, el reo salía libre con un capirote y una cruz como capa. El sambenito le abochornaba, pero las hogueras quedaban atrás.
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Enhorabuena por tu brillante relato. Interesante el debate acerca de la herejía. Mi voto y mucha suerte
Ja ja, muy divertido y bien escrito, David! Mi voto y suerte.
Me ha gustado tu relato. Te envio mi voto y mucha suerte, compañero.
Un saludo!
Fast forward to the early 1990s, Italian and American watch dealers started picking up these exotic dial Daytonas by the hundreds (no joke) and gave them the new title of ‘Paul Newman’ Daytona, all because of one famous photo of a certain blue-eyed actor. The name stuck. link What is now arguably the most famous (or at least recognizable) vintage watch drew its identity from a singular image of a singular man, and it changed the entire way we think about and collect vintage watches.– Cara Barrett