Imagen de perfilLos siete magníficos

Jerónimo Hernández de Castro 

No se llevaban bien. Un grupo heterogéneo de tipos dispares, desde el enclenque de constitución débil al robusto de anchas espaldas; del apacible de talante sosegado, al atrabiliario capaz de cantarle a cualquiera las cuarenta. Eran siete y tenían una misión. Un encargo peliagudo encomendado por un pueblo temeroso.
Sus destinos se unieron para zanjar una etapa que abriera las puertas de un futuro, hoy casi pretérito; para ponerse de acuerdo por una vez y construir juntos algo tan imperfecto como imprescindible, recordado cada aniversario. Una estructura frágil de títulos, capítulos y disposiciones, que a duras penas se mantienen derechos, apuntalada por los parches que afirman el edificio de la ciudadanía, erigido por Jordi, Gabriel, Gregorio, Miquel y Miguel; Manuel y Jose Pedro.

 

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