PRIMERA LÍNEA
Margarita del BrezoLo primero que me preguntan en la entrevista es mi edad. Me extraña, es ilegal, todo el mundo lo sabe, así que respondo con mi mejor tono de autosuficiencia que, a pesar de mi juventud, estoy sobradamente capacitado para el trabajo. Pasamos entonces a hablar de la importancia de implantar los servicios necesarios para proteger la salud, y de amparar los derechos, pero también de cumplir con las obligaciones al respecto, y más en estos tiempos adversos, y de que mi parte será esencial e imprescindible. «Y no libre de riesgos», advierte el de pelo cano con la preocupación retratada en los ojos.
Acepto sin pensarlo. Al día siguiente, antes de que ellos lleguen al bufete, ya estoy allí, dispuesto a vigilar cada recoveco por minúsculo que sea, pertrechado con desinfectante, trapos y una fregona empapada en lejía para impedir el acceso del maldito virus y defenderlos.
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Un relato brillante, Margarita. Tu trabajador es tan esencial en el bufete como tú en este concurso. Enhorabuena y mi voto.
Jo, Nicolás.
Espera, que dejo la fregona para darte un abrazo, aunque sea a distancia (no queda otra).
¡Mil gracias!
Poco hemos aprendido en este tiempo incierto, lleno todavía de demasiadas incógnitas, pero una cosa, al menos, sí parece haber quedado claro: Hay trabajos antes considerados menores, o de escasa cualificación, que son tanto o más necesarios como otros con mucha mejor prensa a nivel social. Motivación e intenciones de cumplir de manera óptima los cometidos no le faltan a este empleado. Si se diese el caso, yo no dudaría en contratarlo.
Un abrazo, Margarita
Algo bueno tiene que tener «esto» (no sé ni cómo llamarlo).
Por suerte, buena gente ha habido siempre y la seguirá habiendo, aunque no salga en prensa. Y también buenos comentaristas, como tú, que enriquecen lo que leen con sus palabras.
Muchas gracias por acompañarme en esta aventura, Ángel.
Un abrazo. Y a cuidarse.
Bravo por tu protagonista, Margarita!
Homenaje a los olvidados trabajadores esenciales en esta maldita pandemia!
Y suerte para ti, también, claro!
Un abrazo
Marta
Con esta pandemia maldita (como dices tú, y yo) hay que reinventarse.
E intentar sobrevivir, claro.
Gracias por comentar, Marta.
Un abrazo
La importancia de las pequeñas cosas… las profesiones prestigiosas frente a los trabajos esenciales…»sólo el necio confunde valor y precio». Un tributo a «los de la limpieza», esos que no brillan para que todo lo demás lo haga. Y muy bien escrito, como siempre.
«Limpia, brilla y da esplendor», ¿no dicen algo parecido en la RAE? Las palabras siempre son importantes, incluso cuando no se dicen, así que podemos usarlas para contar grandes historias, como las que protagonizan estas personas a las que escondemos detrás de una bayeta para que no salgan en portada.
Como siempre, gracias por este ratito minúsculo de charla.
Gran relato, Margarita, comoi todos los tuyos.
Mucha suerte y mi voto.
Un abrazo.
Muchas gracias por tu comentario, Ana Isabel, y por todo lo que lleva implícito. Intentaré no defraudar.
Un abrazo