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ÁNGEL SAIZ MORA 

Lo último que yo pensaba es que abrir un paraguas en interior trae mala suerte como dicen. Sigo sin creerlo, aunque aquel vendedor en el tren lo hizo y una varilla penetró en mi ojo derecho.
Ya de baja laboral en el bufete, presenté una denuncia por delito de lesiones. Ojo por ojo, no veía otra alternativa.
Hubiera seguido ciego de ira, de no ser porque una gran profesional salvó mi ojo.
También lo vi todo con otros ojos cuando supe que el vendedor pertenecía a una oenegé para niños necesitados.
Gracias a mi oficio, tengo los ojos abiertos a la justicia, por eso desistí de ejercer la acción penal antes del auto de apertura del juicio. Ahora aporto asesoramiento legal voluntario a la organización.
Atento a lo que la vida te puede regalar, le eché el ojo a mi oftalmóloga. Desde entonces ella me sonríe con la mirada.

 

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