Irene Gil Cruz
Microrrelatos publicados
Un cadáver en el río
Era la tercera vez que le visitaba desde que le había sido impuesta la prisión preventiva como medida cautelar. Sentía cierto desasosiego por no haber logrado sonsacarle una palabra hasta aquel momento. Lo único que conocía del crimen, además de la víctima, era que él lo había cometido. Me temía que iba a ser un caso difícil de defender y fácil de sentenciar.
En aquella cárcel sombría y de ambiente helado, hoy tampoco hablaría. Sin embargo, me entregó una novela que culminaba con el asesinato de un héroe a un villano. Fue más tarde, inmerso en la lectura, cuando entendí que aquel libro de tapa dura, desgastado por el uso y el paso del tiempo, desvelaría todos los misterios. Había tres palabras subrayadas en todo el texto: en el glosario, ballesta; en el capítulo VII, Río Miño.
Inmediatamente alerté a fiscalía y, en pocas horas, mis temores se confirmaron.
| Agosto 2018
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 3Delito flagrante
Estaba preparado para este momento. Me habían pillado. Cuando me trasladaron en el furgón policial me había repetido una y otra vez que me acogería a mi derecho a no declarar –especialmente, sin la presencia de mi abogado-.
Desconozco si aquello podría calificarse de tortura. Quienes me visitaban aquella noche en el calabozo, impregnado de olor a orín y sudor, me habían insultado, golpeado y obligado a tragar agua mientras me tapaban la nariz y la boca durante un rato. Estaba exhausto, agotado, dolorido.
No sería capaz de precisar el tiempo que transcurrió hasta que me trasladaron a aquel despacho. Allí estaba Juan, mi fiel amigo del colegio, ahora policía. Me sentí profundamente aliviado. De no haber sido por él, jamás me habría llevado a engaño. Lo conté todo confiando en su bondad. Una mirada suya me bastó para saber que había errado gravemente. Sufriría represalias.
| Julio 2018
Participante