Teresa Gª Giner
Microrrelatos publicados
SEMANA SANTA EN SEVILLA
-Habiendo quedado demostrado, Señoría -declamó a buen ritmo el Letrado- que el baremo utilizado para la adjudicación de viviendas de protección social de este Ayuntamiento es ficticio e impide el acceso a las familias más necesitadas, no se comprende por qué tiene que seguir manteniendo en custodia al vicario de la parroquia de San Lomasínn de Sevilla - el dedo índice del abogado señaló hacia el enjuto acusado que, sentado en el banquillo, jugueteaba, a modo de columpio, con su cadena de plata de la que pendía un crucifijo.
- Este hombre bueno abrió las puertas de varias viviendas de ese antiguo bloque de pisos, que sabía desocupadas en esta época del año, unicamente por compasión ¡Salvando a varias familias del crudo invierno!
- Señor Letrado, ya está bien – interrumpió, rojo de ira, el juez - ¡Qué les cobraba 1.000 euros por piso, en Semana Santa y en Sevilla!
| Marzo 2018
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 3CINCO MUJERES
Cuatro mujeres de negro permanecían en la sala de velatorio de D. Ilustre Puchades, abogado en ejercicio de la ciudad de Malvive, especialista en litigar asuntos indefendibles. La madre, la hermana, la esposa y su hija. El rostro de todas ellas reflejaba la fatiga de la jornada y el llanto por la pérdida sufrida.
La única fortuna que el insigne abogado les había dejado eran un montón de deudas y, eso sí, su amor incondicional, que tenía más valor para ellas que cualquier otro tesoro, y que las mantuvo siempre unidas, a pesar de tener que soportar las adversidades que a menudo causaban las excentricidades legales de D. Ilustre, el “Quijote” de la Justicia, obcecado defensor de causas pérdidas.
Cuando Dulce, la coqueta secretaria, entro a darles el pésame, las cuatro mujeres sintieron al unísono una punzada de tristeza, e inmediatamente entendieron que también deberían repartir su herencia con ella.
| Febrero 2018
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 10Dèjá vu
Cuando Margarita entró en su despacho, bellísima y arrogante, Don Ignacio valoró el privilegio que suponía para su bufete una cliente de esa categoría. Automáticamente se levantó de la silla y le ofreció la mano cortésmente.
Ella, con toda confianza, se acercó a Don Ignacio y le plantó dos sonoros besos en ambas mejillas.
-Te agradezco muchísimo Nacho que hayas accedido a atenderme tan pronto - comentó ella mirándole con curiosidad, mientras jugueteaba con su collar ¡Cuánto había cambiado su compañero de facultad en veinte años!- Sigues igual, la verdad- mintió piadosamente.
Don Ignacio también la miró. Sus años como estudiante de Derecho, sus compañeros, las aulas, la biblioteca , sus profesores, todo lo tenía relegado en el olvido. Todo, excepto a ella. De Margarita sí se acordaba. Seguía mintiendo tan bien como siempre. Sin duda haría una magnífica interpretación de su inocencia en el estrado. Si, como siempre.| Febrero 2017
Participante