XI Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilCUESTIÓN DE TIEMPO

Manuel de la Peña Garrido 

Tenía que pasar. Tenía que pasarme. A mí, que pensaba: “apenas unos años de ejercicio y a disfrutar de la vida, allende los juzgados y su fauna”. A mí, el rey de los casos difíciles, exitoso defensor de pobres inocentes y autores de crímenes escalofriantes, el abogado-orquesta, capaz de tocar todos los palos jurídicos, con clientela fiel y diversa, desde empresas cotizadas en bolsa hasta vetustas tiendas de barrio. Me lo advirtió la perfumera de la esquina mientras echaba el cierre: “no tenemos futuro, don Bernabé, los tiempos han cambiado; no podemos competir con gigantes de la distribución, con los monstruos de internet; estamos tan obsoletos como esa loción capilar que yo seguía vendiéndole”. Sentado en mi impersonal cubículo, idéntico a tantos otros, me pongo los auriculares. Mi primera llamada. -Fastadvisor, abogados 24 horas, le atiende Bernabé. ¿En qué puedo ayudarle?

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilCUESTIÓN DE TIEMPO

Manuel de la Peña Garrido 

Tenía que pasar. Tenía que pasarme. A mí, que pensaba: “apenas unos años de ejercicio y a disfrutar de la vida, allende los juzgados y su fauna”. A mí, el rey de los casos difíciles, exitoso defensor de pobres inocentes y autores de crímenes escalofriantes, el abogado-orquesta, capaz de tocar todos los palos jurídicos, con clientela fiel y diversa, desde empresas cotizadas en bolsa hasta vetustas tiendas de barrio. Me lo advirtió la perfumera de la esquina mientras echaba el cierre: “no tenemos futuro, don Bernabé, los tiempos han cambiado; no podemos competir con gigantes de la distribución, con los monstruos de internet; estamos tan obsoletos como esa loción capilar que yo seguía vendiéndole”. Sentado en mi impersonal cubículo, idéntico a tantos otros, me pongo los auriculares. Mi primera llamada. -Fastadvisor, abogados 24 horas, le atiende Bernabé. ¿En qué puedo ayudarle?

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilEl encuentro

    Ceferino Gómez Delgado 

    Estaba empezando a disfrutar del fútbol con mi bolsa de palomitas cuando la repugnante loción de afeitado del fiscal Nogales invadió mis pituitarias, obligándome a volverme de mi butaca y atenderle:
    - Está en el palco el Rey, quiere saludarte.
    - Ahora no estoy trabajando, déjame ver el encuentro, le contesté.
    - Quiere contratarte para que defiendas a su cuñado.
    Me puse pálido y comencé a balbucir palabras inconexas mientras Nogales ya me arrastraba escaleras arriba hacia el palco de honor del estadio.
    Una vez sorteado toda una fauna de correveidiles, aduladores, guardaespaldas y demás miembros del zoo monárquico, al fin saludé a su majestad, el cual en un aparte me solicitó mi teléfono y los datos de mi bufete.
    Una escalofriante entrada del defensa central me devolvió al partido dejando al monarca con la palabra en la boca.
    Con sobresalto desperté y me prometí no volver a cenar copiosamente.

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  • Imagen de perfilAFTERSHAVE

    José Miguel Perlado Villafruela 

    Cuando el fiscal se levantó y empezó a explicar sus conclusiones, paseándose delante del jurado popular, como en las películas americanas, parecía disfrutar de lo que contaba, a pesar de lo escalofriante del caso.

    El acusado degolló a la víctima y luego, con pericia de carnicero, la troceó y la metió en una bolsa grande de rafia, para tirarla después a un vertedero.

    Tras varias semanas de búsqueda infructuosa tuvo que ser una extraña concentración de gaviotas la que alertara al encargado del vertedero de que algo ocurría.

    Al asesino lo delató la loción que utilizaba tras el afeitado, tan fuerte que días después aún se percibía en el cadáver.

    Tan fuerte que los perros adiestrados pudieron seguir la pista desde el vertedero al lugar del crimen, y de allí a la casa del asesino.

    Tan fuerte que hasta el retrato del rey sobre la sala parecía arrugar la nariz.

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  • Imagen de perfilSOLO

    javier polo vereda 

    La imagen era escalofriante. Solo. Sentado al fondo de aquel triste pasillo esperando a ser llamado a juicio. Con su bolsa de viaje entre las piernas y aquel inevitable olor a loción de afeitar. Tenía los auriculares puestos y la mirada en el suelo.
    ¿Qué oyes?
    Al Rey. Ya sabes, Elvis. Me da energía.
    Hace ya varios meses que nos sorprendió a todos cuando decidió encargarse de aquellos pequeños casos diseminados por decenas de pueblos que te hacían viajar constantemente.
    ¿Por qué los quieres?
    Porque representan la esencia de la profesión y quiero volver a los orígenes.
    Mentira. Nadie quería esos casos. Ni siquiera él. Aquel día me di cuenta. Lo que buscaba era disfrutar de la libertad. De no tener que estar atado a una casa ni a un despacho. De no tener que comer o tomar café con alguien. Del placer de no tener que hablar con nadie.

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  • Imagen de perfilSegundo testimonio

    Pablo Vázquez Pérez 

    En la pequeña bolsa de tela que guardaba bajo el abrigo, ocultaba el rey negro de marfil que le servía como amuleto en los casos de temor. Los nervios por la llamada del juez le impedían disfrutar la razón de su visita al juzgado, al que acudía como testigo.
    Cogió el bastón y caminó apoyado en el ujier. Juntos recorrieron el pasillo. Entonces sintió un cosquilleo escalofriante al oler la insólita loción que también usaba el presunto asesino, la noche del crimen. Convencido de su culpabilidad e impulsado por los nervios, señaló al hombre que desprendía ese aroma,.
    El acusado, los presentes y el juez miraron sorprendidos al fiscal quien, sudoroso, solo pudo musitar
    -Con su venia, señoría.

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  • Imagen de perfilDefensa asesina

    María del Pilar Gil Sánchez 

    Los primeros rayos de sol colándose por las raídas cortinas de la habitación del motel no era suficientes para iluminar bien el cuarto de baño. -"Encenderé la luz, no quiero cortarme con la cuchilla de afeitar". .-"No he podido disfrutar más esta mañana, he sido el rey de la sala" pensaba mientras se aplicaba la loción con unas rápidas palmadas. Sonrió y el espejo le devolvió un reflejo escalofriante: el de su toga manchada de sangre colgada en la puerta. Se giró, cerró impertérrito la bolsa que contenía las partes descuartizadas de la joven que había defendido esa mañana y gozado toda la noche y cerró la puerta sigilosamente. Giró el cartel: "por favor, arreglen la habitación."

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  • Imagen de perfilECHAR LA VISTA ATRÁS

    Eva María Cardona Guasch 

    Arde el viejo edificio de Juzgados. Impresionan las llamas que todo lo devoran con una virulencia escalofriante, desafiando el ir y venir de bomberos. Nostálgico, decrépito, me vienen al pensamiento mis primeros juicios, los nervios en los pasillos, mis tímidos alegatos en la Sala que ahora se consume. No tardé en ganar confianza. Con desparpajo me gané las simpatías del personal. Las pocas funcionarias de entonces alababan mi buen vestir y el aroma fresco de mi loción. El Rey, me apodaban. Otros y otras vinieron que con su juventud me destronaron. Pasé allí buenos ratos, intensos encuentros con colegas, contendientes sobre el estrado, compañeros al bajar; amigos con los que compartir y disfrutar.
    Todo quedó allí, en el viejo edificio que arde y se derrumba. Qué importa ahora la causa.
    Se esfuman los momentos. Me afano en guardar los buenos en la bolsa de los recuerdos.

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  • Imagen de perfilSin poder evitarlo

    Felipe Gutierrez Blazquez 

    La abogada del rey de la noche no pudo ignorar la escalofriante sensación que le producía el disfrutar del aroma a loción de afeitar que todavía emanaba del cadáver. Parecía incluso que seguía en el ambiente después de introducir el cuerpo en la bolsa. Recordaba cuando lo había encontrado por primera vez, aquel mismo aroma. Ese hombre con su desparpajo, su chabacanería, su caballerosidad, su sonrisa y su atractivo, tan particular. El rey de los bajos fondos, que quería ser un Robin Hood justiciero, había aparecido asesinado en su cama. Sería interesante arreglar el papeleo con sus cinco exmujeres y sus siete hijos. A la mayoría los conocía de asuntos legales anteriores, divorcios, custodias y demandas varias. Todo un personaje, digno protagonista de su propia novela, pero ¿de qué estilo? ¿de misterio? ¿policiaca? ¿romántica? ¿erótica? Incluso ella, tan formal, había caído en su red, sin quererlo, sin poder evitarlo.

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  • Imagen de perfil¿QUIÉN ERES?

    Rosana Castillo Rodríguez 

    Me dirigía a los juzgados caminando desde mi despacho. Estrenaba un maletín de piel marrón que sostenía con la misma ilusión que un niño en su primer día de escuela. Pensaba en una extraña frase de un sueño: «La bolsa contiene una loción mortal destinada al rey». Crucé la entrada y me introduje en la sala de togas. Había un espejo y mientras me vestía, pude disfrutar de mi imagen con la toga puesta, hasta que de repente el reflejo del espejo cambió. Era yo mismo, pero vestido con una toga de otra época. En la mano derecha sujetaba un maletín semejante al mío y en la izquierda una carta. La imagen se tiñó de rojo y desapareció. De forma instintiva ante aquella escalofriante escena, alcancé mi maletín y lo abrí. Había una carta sobre los documentos. La leí. Reconocí la frase del sueño. Databa de 1875. Llevaba mi firma.

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  • Imagen de perfilPACTO ENTRE CABALLEROS

    Manuela Fernández Manzano 

    Bajo del metro en la estación Reyes Católicos. Tengo prisa. Casi olvido la bolsa con el Chardonnay y la loción corporal de Marga… Llego tarde. En la calle, me salen al paso la noche, dos navajas y una mirada escalofriante.

    -La cartera, el peluco, el móvil. Rápido.

    No digo nada. Me siento como si me pisotearan el estómago.
    El más bajo se detiene un instante. Me mira de nuevo. Se asombra.

    -¿Me recuerdas?

    -Ahora sí- contesto.

    -Mi abogado de oficio cuando lo del robo en San Andrés- dice mirando a su colega-. ¿Qué tal tu vida?- me pregunta.

    -Ahí va. Fuiste padre, ¿verdad?

    -Sí… La niña está con la madre en Bilbao. Ni verla me dejaron…

    Nuestra conversación continúa. Desea disfrutar de su hija. Me pide ayuda. Le digo que así no. Debe cambiar. Me solicita un año. En un año, volveremos a vernos en la salida de la estación.

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  • Imagen de perfilComienzos

    ADRIÁN TORRES REVILLA 

    Aquella gélida mañana se levantó temprano, más de lo habitual, comió algo, se afeitó y, rápidamente, se aplicó su loción justo antes de enfundarse la camisa nueva, había llegado el día.

    Al montarse en el autobús, tomó asiento en la parte trasera, necesitaba concentración; sin demora, sacó del maletín varios documentos, cuyo contenido era ciertamente escalofriante, y comenzó a revisarlos uno por uno: ‘‘Por lo expuesto, en nombre del Rey...’’.

    ‘‘¡Próxima parada Avenida Reyes Católicos 51!’’. Alzó la vista, acopió apresuradamente sus papeles y cogió con cuidado la bolsa en la que atesoraba su impoluta toga negra.

    ‘‘Juzgado de lo Penal Número 1 de Burgos’’, miró su reloj, las 9:57 horas, llegó el momento, las piernas temblaban, la boca completamente seca, los latidos del corazón no dejaban siquiera articular palabra... Aún con todo, sabía que aquella angustiosa sensación era la que realmente le haría disfrutar de su verdadera vocación.

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  • Imagen de perfilALERGIA

    ANTONIO TORIBIOS GARCIA 

    Disfrutar de aquella loción para hombres iba a ser toda una aventura. Al menos eso se desprendía de una campaña llena de caballeros de pelo en pecho y ademán escalofriante. No era yo muy dado a este tipo de cosméticos, pero Viky había entrado en casa con la bolsa en la mano, tan ilusionada, que no pude negarme. Me la eché por la noche y soñé que era el rey en un palacio fastuoso. El espejo me devolvió a la realidad más cruel, con la imagen de una especie de ogro de la ciénaga; así de horrible estaba mi rostro lleno de abscesos purulentos.
    No me quedó otra opción que denunciar a la empresa. Hoy he conocido a mi abogado y he tenido la absoluta seguridad de que se va a dejar la piel en mi defensa. Solo tuve que mirarle a la cara.

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  • Imagen de perfilBilly

    ARACELI MARTINEZ GARCIA DONAS 

    Esta mañana he desayunado como un rey. Me he puesto mi loción favorita en gran cantidad. Me encanta su olor. Había llegado el momento de ir hasta la sala donde me esperaban. Durante el trayecto por aquel lúgubre pasillo intentaba disfrutar de cada paso, sentir mis piernas, mi respiración, la magia de la motricidad humana y la magia con la que aparecen pensamientos en la cabeza. Tal vez no debí enfadarme con Billy por aquella mala inversión en bolsa. Ya hemos llegado. Me indican que me siente. Están examinando unos papeles. Ahora me indican que me tumbe. Una sensación escalofriante al principio y nada más. Eso me han dicho. Definitivamente no debí enfadarme con Billy ni haberle apuñalado doce veces en el tórax.Ya vienen con la inyección.

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  • Imagen de perfilINTERSECCIONES

    Amparo Martínez Alonso 

    Nunca fuiste el rey de la casa. Cuando entraba alguna bolsa de golosinas, erais demasiadas bocas para repartir. Solo lograste disfrutar de algún caramelo de menta (el sabor menos popular entre vosotros). Cada vez que uno de los más pequeños (repeinado y oliendo a loción de lavanda) salía de la mano de aquellas parejas, te resultaba escalofriante pensar que no le volverías a ver. Sor Juana os aleccionaba cada noche: “Tenéis que sonreír a los señores y abrazar a las señoras. Ellos pueden ofreceros un hogar, un futuro. Pero recordad que, seáis lo que seáis el día de mañana, siempre habrá alguien a quien ayudar”. Y, aunque aquello pasó hace muchos años, tú continúas defendiendo a los desahuciados, sin recursos, marginados…, como hiciste conmigo. Por eso te escribo este e-mail, para darte las gracias por haberme ofrecido un futuro y decirte que he aprobado Derecho, que ¡soy abogado, como tú!

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  • Imagen de perfilPelículas que marcan

    Maria Navedo Saurina 

    Cada año vuelvo a disfrutar esta película con mi bolsa de palomitas. El ídolo cinematográfico de una generación entera encarnaba el papel de abogado y los detalles del crimen eran escalofriantes: víctima joven, indefensa, nocturnidad y alevosía. Los acusados alegaron acatar órdenes y su inquebrantable lealtad complicaba la defensa dentro de un estamento tan rígido. Pese al riesgo de perder sus galones le estimulaba que se hiciera justicia. Citó al presunto cerebro como testigo y éste acudió orgulloso luciendo su uniforme, convencido de que hasta el aroma de su loción les atemorizaría desde el estrado. Él era un rey para su tropa y un abogado principiante no iba a destronarle. Pero el interrogatorio, inteligente y trabajado, consiguió desatar su rabia y arrancarle una confesión imprevista cuando respondió a la pregunta clave “¿Ordenó usted un Código rojo?” Fue su alegato el que nos convenció que todavía existen “algunos hombres buenos”.

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  • Imagen de perfilCARBÓN

    Ángel Montoro Valverde 

    “Queridos Reyes Magos:
    No he sido un abogado bueno, pero sí un buen abogado. Además… con tantos años de asistencia al detenido no esperéis que me declare culpable de nada.
    Junto con la escalofriante loción que nunca pido pero siempre cae, suplico salas de vistas con aire acondicionado en julio o en su defecto togas transpirables, cobrar a tiempo del turno de oficio, disfrutar de Lexnet con 30 megas y una ley de ejecución inmediata de sentencias civiles que defina inmediata como inferior al mes. Me despido porque llaman a la puerta.”
    — Sí, pase
    — Buenos días.
    — ¿Baltasar de Oriente? —Pregunto esperanzado.
    — No. Mufasa. De Kenia.
    — ¿Y en la bolsa qué lleva? —Repregunto, aunque ya sé que no son regalos.
    — Todo lo que tengo. Y mi expediente de expulsión para que lo recurra.

    El próximo año lo intento con el gordito ese de rojo.

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  • Imagen de perfilUna pequeña ayuda

    Fernando Longoria 

    El demandante reclamaba de forma reiterada al Juez, que se trataba de un claro delito de lesiones.

    -¡Señoría, resulta escalofriante la patada a la altura de la rodilla, es evidente que existía mala fe! Mi representado ha tenido incluso que utilizar una loción curativa para regenerar los tejidos rotos - decía -.

    El demandado en una posición más tranquila, negaba los hechos alegando falta de legitimación pasiva por no ser la persona que cometió los hechos.
    El público de la sala parecía disfrutar, incluso algunos llevaron hasta su bolsa de palomitas. Su señoría se levantó en el acto, no lo tenía claro, y comunicándose con los jueces de la sala contigua hizo un gesto con la mano en forma de cuadrado, a modo de Rey. El VAR jurídico no fallaba. Tras una pequeña pausa y tras ver las imágenes repetidas, efectivamente era roja y sentencia condenatoria.

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  • Imagen de perfilTurno de oficio

    José Luis Barros Justo 

    Con lo que me gustaría oír tranquilamente el discurso del rey, y disfrutar de una buena cena familiar, pero aquí estoy…
    El deber me llama, y en el turno de oficio me encuentro con una situación escalofriante:
    “Matrimonio joven, desahuciado. La mujer, ama de casa, a punto de parir, y el marido, un carpintero en paro que, como autónomo, no tiene derecho a ninguna prestación.”
    ¡Jesús, qué panorama!
    Les busco habitación en una pensión cercana y me despido, después de entregarles una bolsa con algo de comida fría, y un kit básico con pañales, una loción y un chupete clásico.
    La situación de esta gente clama al cielo. Mañana hablaré con la asistenta social, a ver si les encuentra alguna solución. Ese bebé nacerá en cualquier momento, y no vamos a dejarlo de la mano de dios.

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  • Imagen de perfilUn favor

    Rocío Casero Palmero 

    Querido Melchor:
    Te escribo para contarte cómo me va por aquí. Llevo bien lo de ser Rey mago encubierto. Durante el día trabajo en un despacho de abogados, y me lo paso bomba, nunca pensé que iba a disfrutar tanto. Después, cuando todo el mundo se va, me pongo en marcha a visitar a niños y comprar regalos. De vez en cuando se me cae alguna carta de la bolsa, pero no te preocupes, no hay sospechas. Por aquí, entre mis “compañeros” de segunda profesión ni se imaginan que mis pleitos favoritos los gano cada seis de enero.

    En fin, te agradecería si pudieras mandarme un poco de loción bronceadora. Con tan poco sol y un frio tan escalofriante se me está yendo mi color original,
    Saludos a Gaspar,

    Baltasar.

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  • Imagen de perfilUNA CONSULTA MUY PARTICULAR

    David Gómez Ortas 

    La última visita de la tarde se presentó sin cita. Un hombre negro que, por su ropaje, parecía haber llegado ese mismo día desde algún lugar lejano de Oriente, y cuyo olor procedía de algún tipo de loción animal. Dijo llamarse Bal, y comenzó a explicarme su preocupación, mientras comía caramelos que extraía de una bolsa repleta de ellos. Se sentía inseguro por tener un contrato laboral temporal. Al parecer, trabajaba un solo día al año desde hacía bastante tiempo, aunque su sueldo le permitía disfrutar a cuerpo de rey el resto del año. Le aseguré que, en realidad, era fijo discontinuo, y se tranquilizó. Antes de marcharse, me preguntó si había pedido algo a los reyes magos. Contesté con sorna:
    -los abogados tenemos fama de ser chicos malos.
    Sonrió.
    Al día siguiente, encontré sobre mi escritorio un saquito de carbón, y una nota escalofriante que decía:
    Gracias. R. Baltasar.

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  • Imagen de perfilGRAN LETRADO

    Esteban Torres Sagra 

    Se trataba de aislar a diez letrados para disfrutar de la abogacía y que el canal se convirtiera, de paso, en rey del "share" en esa franja. Debían defender a un político corrupto cada semana. El lenguaje jurídico, sin insultos escalofriantes ni palabras soeces, consiguió pésimos resultados, a pesar de la brillantez retórica. Luego uno confesó al “súper”, gimoteando, que solo había aprobado siete asignaturas de Derecho, y otros dos que habían comprado el título. Al poco, a los tres más mediáticos les llegaron ofertas para encabezar las municipales. El séptimo se convirtió en imagen publicitaria de una loción masculina. Oficialmente se dio por desaparecida a una pareja porque nadie recordaba que hacían “edredoning” desde el quinto día. Los índices reventaron cuando el favorito del público apareció en la ducha –único lugar sin cámaras- con una bolsa en la cabeza. Pronto comienza el casting para Gran Letrado II.

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  • Imagen de perfilHomenaje

    Mikel Aboitiz 

    Desmayarse, imponerse, estar alerta. Acudir notando el escalofriante contacto de la toga. Ser valiente en el alegato, interrogar al acusado. Apoyarse en los peritos. Disfrutar del trabajo bien hecho sin confundirlo con la bolsa. Sustentar tesis arrullado por la loción balsámica de la lectura de pruebas documentales. Entrelazar los dedos y escuchar los alegatos. Reaccionar, refutar, rabiar. Ser un rey apuntalando la propia posición. Sentir hundirse el suelo bajo los pies de la contraparte. Ver entreabrirse los infiernos. Volar alto, apelar a la justicia. Albergar un mundo en el pecho. Notar el corazón ahogándose encabritado, pidiendo oír las tres palabras postreras: «Visto para sentencia».
    Esto es una primera vista oral, quien lo probó, lo sabe.

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  • Imagen de perfilCarta de agradecimiento a Sus Majestades de Oriente

    María Sergia Martín González- towanda 

    Queridos Reyes Magos, cuando leáis esta carta estaré engordando, tratando de disfrutar el último y más escalofriante tramo del embarazo de mamá.

    Gracias, por hacer realidad lo que llevaba anhelando tanto tiempo. Como ya sabéis, papá es abogado y triatleta. Corre rapidísimo, quizá, por eso le irrita la lentitud de la justicia. Aunque, desde que conoció a mamá en aquel congreso de abogados lo lleva mejor. Por “error”, intercambiaron sus bolsas de aseo. Ella no pudo colorear sus mejillas, pero encontró al dueño de aquella loción masculina tan envolvente. Gracias, también, por esta ayudita. Son tan felices que han decidido aumentar la familia. Mamá quiere un niño. Papá, niña... A mí me da igual el género, solo espero que consigan conciliar trabajo y familia para disfrutar de mis primeros años.

    Gracias, por ayudarme a localizar la mejor cuna donde nacer.

    Pd: Siento contrariar a mamá, pero creo que soy niña.

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  • Imagen de perfilPROPÓSITO DE AÑO NUEVO

    Eva María Algar García 

    Como todos los días de Año Nuevo, elaboro una lista de asuntos pendientes. Cada año es más larga. Cuando la concluyo, me decido a cumplir el propósito número veintisiete: visitar en prisión a un estimado cliente.
    Consigo las autorizaciones pertinentes y me adentro en su Módulo. Me impacta verle. Se encuentra demacrado, huele a loción de afeitado barata y ha perdido bastante peso.
    Con voz quebradiza, intento animarle diciendo que pronto podrá disfrutar de permisos manteniendo un buen comportamiento, y que aún es posible lograr la absolución si el Supremo revoca la Sentencia que recurrí.
    Me arroja una mirada escalofriante y se marcha. Y lo entiendo. Vivía como un Rey y lo perdió todo. Me culpa por ello. No creyó que fuera mi maldito pasante quien le involucró como testaferro de una empresa que cotizaba en bolsa fraudulentamente…
    El Juez tampoco. Vuelvo a mi Módulo. Llamarán a recuento en breve…

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  • Imagen de perfilEl Intruso

    Ana Isabel Rodríguez Vázquez 

    Comienzo el año, con tres curiosos personajes sentados en mi despacho.
    Dicen regentar una empresa de paquetería, e insisten en poner una demanda por competencia desleal.
    Uno de ellos, empapado en una loción que apesta a incienso, me muestra la imagen de un anciano orondo, de barba blanca.
    - " parece inofensivo", comento.
    El que viste una escalofriante capa de armiño,y devora a cuerpo de rey, un bolsa de galletas, vocifera: " Nos roba clientes, adelantando los envíos".
    Y el tercero, un negro de casi dos metros, remata:"Contrata como ayudantes a falsos autónomos, menudo explotador".
    Intento convencerles de que pueden disfrutar de su veteranía en el mercado, sin fastidiar al viejecito.
    Entonces,el de la capa, se acerca y me susurra: "Recuerdas que disgusto te llevaste con aquellos carbones, a los 7 años?. Pues pórtate bien o tendremos que refrescarte la memoria" .

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  • Imagen de perfilRomance jurídico de los devaneos de la Justicia

    Antonio Presencia Crespo 

    Con ojos tapados impartía justicia la dama
    Pero, ay, cayó la venda o le fue quitada
    Perdió con ella su imparcialidad
    Escalofriante resultó la diosa con espada y la balanza inclinada
    Parecía disfrutar de beneficios infames que a su bolsa metía
    Los súbditos acudieron al rey amedrentados
    ¿Quién nos salvará de una Justicia inicua?
    ¿Quién tapará nuevamente su visión?
    El soberano respondió:
    No preocupan los ojos de la Justicia
    Ni sus ropas, ni el olor de su loción
    Inquieta la venda de los ojos que en la boca ha caído
    Y en mordaza la tela se ha transformado
    ¡Vayamos a los jueces!– gritaba el gentío
    ¡No! –contestó el monarca– ellos son el aire y su respiración
    Pero su voz pertenece al letrado
    ¿Dónde está ese abogado?– replicaron
    Erráis si buscáis un solo mediador–objetó
    Los argumentos de la Justicia pertenecen a toda la profesión
    A su libertad y su tesón

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  • Imagen de perfilSoberanía y equidistancia

    Juan José Castillo Peñarrocha 

    Presa de una profunda melancolía, es ya incapaz de disfrutar de la autoría del más bello poemario jamás escrito. Abate al rey el inalcanzable nivel de los logros de su padre: matador de gigantes, como pastor; edificador de templos como monarca.
    Conmovido ante tamaña tristeza, alienta el letrado mayor a su señor, aseverándole que la más trascendente tarea de un rey estriba en defender la justicia e impartirla entre su pueblo.
    Le proporciona una mágica loción, adquirida a un mago por una bolsa de monedas, que complementará su incuestionable sabiduría con la virtud de una estricta equidistancia.
    Convence al soberano no el medio, sino la finalidad.
    La víspera del Sabbat, contempla tras los cortinajes, temblando, la escalofriante escena de dos mujeres disputándose entre alaridos la maternidad de un niño.
    Ataviado con negra túnica y despojado de corona, irrumpe Salomón, con decisión, en la sala de audiencia.
    También en la Historia.

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  • Imagen de perfilVIÑETAS, PUÑETAS Y DESAHUCIOS

    Margarita del Brezo 

    La escalofriante noticia apareció en la portada del Chafardero Indomable: «Un rey sin camello llegado de Oriente con la bolsa repleta de oro compra el edificio de la Rue del Percebe, 13». El muy regio pretendía echarlo abajo alegando que era vetusto y albergaba arañas y otras alimañas en las entrañas. En su lugar levantaría apartamentos de lujo con «sensitive cool after shave» de serie en los aseos; vamos, la loción de toda la vida, pensé, y en eso sonó el teléfono. Era Rompetechos para, con mucha vista, ofrecerme el caso. Acepté encantada. Se lo debía a todos los vecinos por lo que me habían hecho disfrutar con sus tropelías, las mismas que me empujaron a ejercer la abogacía. Ganar resultó fácil al contar también con la ayuda de la T.I.A. Aunque cuando lo único que puedes contar es la mísera pensión de la abuela, difícilmente te salen las rimas.

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  • Imagen de perfilBATA NEGRA/TOGA BLANCA

    Maria Teresa Pastor Ramírez 

    Padre (médico) e hija (abogada), conversando. Pregunta la hija:

    -Siempre pensaste que médico era más importante que ser abogado, ¿Verdad?.

    - SI.

    - ¿Por que?

    - Porque disfrutar salvando vidas y eliminar la bolsa de sufrimiento que acompaña a la enfermedad, equivale a ponerte una corona y sentirte el rey del universo.

    - ¿Y un abogado no puede ser igual de feliz?

    - Difícil. Los abogados sois insensibles, estáis siempre preparados para embestir y solo os movéis entre papeles.

    A la hija, abogada vocacional, la respuesta le resultó escalofriante, pero calló y sugirió:

    - Sal de tu celda, aféitate, aplícate tu loción, y transmite tu mejor imagen. Hoy tenemos la vista. Tu denuncia es injusta, pero seria. Batallaré por devolverte tu “vida” libre y derrotar tu sufrimiento.

    Por cierto, ¿Te importa que lleve papeles y embista contra la infamia que te imputan? Tú decides.

    Te quiero, papá.

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  • Imagen de perfilDEFENSA INFERNAL

    Benedicto Torres Caballer 

    —¡A disfrutar! —dijo inexpresivo el gerente entregándome una bolsa con la documentación del viaje.
    Al comienzo, dudé sobre trabajar en aquel lúgubre bufete, pero la sustanciosa nómina y una extraña facilidad para conseguir absoluciones de crueles asesinos me animaron a proseguir durante años. Después de atravesar el escalofriante pasadizo que finalizaba en un pestilente callejón, me dirigí al aeropuerto. Ya en tierra, un siniestro hombrecillo de roja indumentaria me acompañó al todoterreno que condujo con furia por una trocha, atropellando despiadadamente cualquier animal que cruzaba.
    —¿No nota olor a azufre? —dije frotándome la nariz.
    De repente frenó ante una mansión en plena selva.
    —Loción para mosquitos... El rey le espera —dijo sonriente.
    Trasvasé una inmensa puerta barroca; dentro, innumerables puertas semiabiertas dejaban entrever simiescas figuras que gemían de dolor en ardientes fumarolas y lloré ante tamaña angustia. Entonces, grité desesperado: “¿A quién debo defender?”. Y resonó una carcajada con cerrojazo.

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  • Imagen de perfilNoche de Reyes

    Guillermo Sancho Hernández 

    Recibí el obsequio, que olía a loción, en una especie de sarcófago. Muy propio de un rey del lejano oriente, pensé. Dentro de aquella caja, junto al cuerpo, había una pequeña bolsa con un código impreso, que mi teléfono móvil transformó en un mensaje de audio:

    “Ante usted Cary, el abogado perfecto. Es amable, cultísimo, políglota, y posee un infinito repertorio de doctrina y jurisprudencia. Con él va a disfrutar de un asesoramiento jurídico profesional a cualquier hora, todos los días del año”.

    Me asaltó una duda, aquel todopoderoso jurista... ¿sabría improvisar?

    Introduje la contraseña. El androide abrió sus brillantes ojos y, a quemarropa, le pregunté:

    - ¿Paella o arroz al horno?

    Cary me miró antes de sentenciar, con una voz escalofriante:

    - Difícil elección. El arroz al horno es una obra de arte, pero pienso en el “socarraet” de la paella... y el software se me hace agua.

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  • Imagen de perfilATRACO

    ISABEL FRAILE SANCHEZ 

    ¡La bolsa o la vida!, oí a mis espaldas. Me volví despacio, tratando de no perder el equilibrio. He de reconocer que iba bastante achispado después de tanto brindis con los amigos. En ese estado una realidad escalofriante me pareció jocosa y no pude contener la risa. ¡El rey Baltasar me amenazaba con una navaja suiza! “Mira, le dije, tendrás que llevarte la vida porque la bolsa la tengo vacía”. Palmoteé en el aire por mi ocurrencia y sin poder remediarlo me volvió la risa floja. Se acercó con un mal brillo en los ojos y mi euforia desapareció. Se llevó toda mi ropa, el reloj, el anillo de la fraternidad y mi orgullo. Al cabo de un par de meses, en el Turno de Oficio, me asignaron un caso de atraco con arma blanca. Lo reconocí por su loción. ¡Cómo iba a disfrutar! Eso será otro relato.

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