Reflexión final

Carlos Pineda González · Sevilla 

Solemne, el viejo profesor propuso una reflexión final: -Si un cocodrilo mata un antílope que pasta en soledad… ¿Es culpable el cocodrilo? Las jóvenes pirañas negaron con la cabeza: el cocodrilo necesitaba alimentarse. -Pero… -continuó el profesor- ¿Y si es un grupo de cocodrilos en bloque el que lo ataca? Los futuros abogados del Amazonas quedaron desconcertados y consultaron rápidamente sus apuntes. Si tardaban demasiado, su profesor pensaría que eran unos zoquetes. -¡Déjenlo! -gruñó este-. Sólo quiero inculcarles una verdad fundamental: los cocodrilos, señores, ¡nunca son culpables! Un murmullo de aprobación se extendió entonces por el aula: todas las pirañas estaban admiradas por la reflexión. Todas excepto tres, que permanecieron muy serias. El profesor recordaba sus nombres. Y discretamente, los marcó en su lista de clase. Era importante tener vigilados a aquéllos que irían contra el Sistema.

 

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