Un partido solidario
¡µngela Martínez DuceEl cartel, colocado en la entrada de los juzgados, tuvo un gran poder de convocatoria.¡€™Partido con fines benéficos?, decía la letra impresa. Ahora, camino del banquillo, no me arrepentía de haber participado. Aquel petimetre de abogado, compañero de mi mujer, se había llevado su merecido. La entrada había sido brutal. Ahora con su cara de verdura amarga, se retorcía de dolor en el terreno de juego. El fiscal me sacó la tarjeta roja. Obedecí jadeante pero satisfecho. Mientras alguien me ofrecía una botella de agua, vi correr a mi mujer por la banda, hacía donde estaba mi víctima. Se arrodilló junto al petulante y le propinó un cálido beso. La botella se me resbaló de las manos. Ante aquello analicé los hechos bajo el prisma de mi profesión: perito judicial. Sin duda me acababan de marcar un gol de sentencia.