Alberto Arroba Malpica

Microrrelatos publicados

  • HASTA EL ÚLTIMO SUSPIRO

    Viejos, inadaptados, inservibles y apartados. Son palabras con las que la sociedad ha marcado a los moradores de este lugar. Personas a las que debo vigilar y proteger porque su edad y salud mental los ha abocado a esta situación. Son sus fichas y expedientes los que ahora hablan por ellos, pues apenas pueden mantener una conversación con sentido. Sin embargo, si prestas la debida atención puedes llegar a apreciar una leve sombra de lo que fueron un día. Es el caso de Andrés Salvatierra, incapaz de reconocer una cara familiar, pero no hay día que pase sin que tenga un momento de lucidez para defender una causa perdida, asesorar a uno de esos inadaptados o engatusar con su oratoria a los enfermeros. Es probable que Andrés no vuelva a tener acceso a un juzgado, pero él jamás dejará de sentir que es abogado.

    | Octubre 2020
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 6

  • Un pozo sin fin

    Al cerrar los ojos, pude oír las risas y cantos de aquellos que, junto a mi abuelo, celebraban cada año bisiesto su cumpleaños. Al abrirlos, observé esas paredes de papel que, repletas de viejas fotos, me llenaron de nostalgia. Y al rebuscar un poco, encontré ese muñeco de cabeza cuadrada con el que solía jugar y que ahora descansa en el desván. Sin embargo, por culpa de una plusvalía, seré el heredero de una historia que se tendrá que borrar. Pues a día de hoy, no he encontrado banco, fiador o fuerza de otro planeta que me pueda ayudar. Tan sólo me queda la esperanza de que mi abogado, cargado de experiencia, tenacidad y audacia, halle el modo de que un hogar lleno de sueños no acabe, como una simple moneda, en el pozo de la administración.

    | Febrero 2016
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 2

  • ESPERÁNDOLA LLEGAR

    Son las nueve de la noche, y ya es una evidencia verla sentada frente a la puerta de mi despacho esperándome salir. Durante meses, he intentado explicarle lo difícil que es otorgar un indulto y que es mejor que esté preparada en previsión de lo que pueda ocurrir. Pero ella no me escucha, sólo habla de lo joven que era, de lo injusto que fue y de que no hay un solo día que no deje de pensar en él.
    Hoy es miércoles y hace días que no la veo, desde que notificaron la suspensión de la condena. Ojalá pudiera estar con ella, pero sé que al marcar las nueve no estará frente a mi puerta, su lugar estará frente a la cárcel, sentada sobre su silla, esperando ver al hombre que tras arruinarle la vida, ahora pasea en libertad.

    | Marzo 2015
     Participante