Marido y mujer

Carlos Moro Valero · Boadilla del Monte (Madrid) 

Tu acceso a la carrera judicial y tu nómina no fueron nunca motivo de conflicto, pero el hecho de que te destinasen a Plaza Castilla, en cuya secretaría llevaba años trabajando, no generaba una cómoda situación. Como de costumbre, preparé el desayuno y desperté a Estefanía, de camino a la estación no pude reprimir una lágrima al retrotraerme a tus humillantes bofetadas. Sólo Julia, mi compañera, sería depositaria de mi doloroso secreto, ofreciendo en el acto ejercer un arbitraje entre cónyuges, toda vez que presentar una querella por maltrato no sería entendido nunca por la sociedad. Tras solucionar el papeleo diario, me armé de valor para hacerte palpable mi sufrimiento, ya en tu planta y entre lágrimas le susurré al alguacil: «Desearía ver a la señora jueza».

 

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