Imagen de perfilYo, la vacuna

Urko Madrazo Aguirre 

El confinamiento nos pilló entrenados. Llevábamos años practicándolo, éramos siete en un piso de 60m². La crisis del coronavirus nos obligó a intensificarlo. Mis abuelos vivían con un constante miedo al contagio. Mi padre tenía que salir para trabajar en la fábrica, y temían que trajera «ese bicho verde”. Pedían “pañuelos como los del televisor” para protegerse, pero lo cierto es que la única mascarilla que había en casa era la del pelo de mi madre. Mis hermanos eran pequeños. Yo ayudaba con algún trabajo ocasional, mientras imploraba cada día que todo mejorara para volver a las aulas y acabar cuanto antes mi Grado en Derecho. Quería ser abogado, necesitaba serlo. Deseaba ser la vacuna que inmunizara a mi familia de una vez por todas contra las necesidades. Ansiaba la propagación en mi hogar del estado del bienestar, del que tanto había oído hablar pero que aún no conocía.

 

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