Furtivo

Ramón Cleries Mingot · Tórrega (Lleida) 

Al ser el pato una especie protegida, sin que el cazador lo supiera, por un descuido en el gatillo hizo la presa saltar, con tal mala fortuna, que los vigilantes que protegen la fauna pasaban por allí. Detención, comisaria, huellas dactilares, ficha policial… y aviso al abogado de confianza para tomarle declaración, no sin antes más de una lágrima derramar por toda aquella confusión. Al llevarle en presencia judicial, como si de un desahucio se tratara, con la doctrina bien explicada por parte de su abogado, expuso sus razonamientos, y en libertad quedó hasta el día de juicio. Pena privativa de libertad y fuerte multa le fue impuesta, y como si de una conferencia, un sueño, o una novela se tratara… la verdad es que desde aquél suceso, la escopeta colgó y nunca más pato comió.

 

 

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