Ruleta

Ana Rosa Díez Simarro · Madrid 

«Siempre fui un servidor de la ley. Voy a arriesgar mi vida en un juego clandestino no por el dinero, sino porque sin Natasha todo es muerte. No soporto su boda con otro, y menos con ese capullo de picapleitos. El destino sentenciará si me toca la única bala del cargador o el bote. Seré un fantasma o un zombi millonario. Qué más da», escribió el juez al dorso de una diligencia encontrada en su chaqueta. Un riachuelo púrpura manaba de su sien encharcando el garito desalojado por la policía.

 

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