EL TESTIMONIO DE UNA MADRE
MANUEL MORENO BELLOSILLOHabía visto en las noticias que había una amenaza de pandemia por un extraño virus que alteraba el ADN de los afectados, pero nunca piensas que pueda sucederle a tu hijo. Le tengo dicho que no recoja porquerías del suelo, pero se conoce que cuando iba por la pradera de vuelta del cole se encontró una tarjeta de visita y se contagió. Por la noche le noté los síntomas, tuvo un ataque agudo de verborrea y hablaba raro y engolado. Le di un buen meneo por contestón y le mandé a la cama sin cenar. La criatura me recurrió la decisión y cuando le desestimé el recurso, me planteó una recusación… a mí, a su propia madre!!! Me lo llevé enseguida a urgencias por si hubiera algún remedio para solventar el contagio. Pero era demasiado tarde, estaba infectado del virus de la abogacía y contra esa enfermedad no hay remedio.
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Jajaja. Efectivamente, la abogacía perjudica seriamente la salud. E irremisiblemente.
Suerte, Manuel.
Tiene toda la pinta de que sabrá vivir con ello.
Un saludo y suerte.
Se agradecen los comentarios, sobre todo viniendo de unos ilustres de estas lides.
Me ha gustado especialmente tu relato. Es muy real y, qué caramba, tiene mucha gracia.
Pero permíteme que te haga una observación a propósito de los signos de admiración que incluyes. Estamos perdiendo la costumbre de usar los signos de apertura (tanto los de admiración como los de admiración) y es una pena perder esta nota tan característica de nuestra lengua castellana.
Te deseo mucha suerte. Tu relato me ha conquistado.
Eva María, ¡muchas gracias!, te agradezco mucho tu interés. Tiene mucha razón tu comentario, lo que pasa es que me incomoda cuando aparecen en un texto dos signos de puntuación seguidos… ¿A ti no?
No lo había considerado desde este punto de vista. Tendremos que consultar con la Real Academia de la Lengua Española. A ver si tienen un criterio para esta cuestión.