Imagen de perfilAl final del kilómetro

Nieves Prieto Lavin · Madrid  

Varios años antes, frente al mismo olmo centenario del jardín de su quinta, había leído la sentencia que le hizo pasar de presunto autor a simplemente autor del asesinato de su esposa. Su abogado había creído en su inocencia y se había desfondado en la defensa. Sinceramente agradecido, cada año le enviaba una felicitación navideña y sus sinceros mejores deseos. En prisión había pasado desapercibido como un común maleante, ni un leve incumplimiento de sus obligaciones que hiciera saltar los protocolos de seguridad. Y por fin la condicional. Sí, eso resumía los últimos 17 años de su vida. Tras andar un kilómetro en línea recta con su petate se fumaría un cigarrillo y compraría un taburete y una soga. Los diez euros de peculio alcanzarían para librarse al fin de la peor de las condenas, esa en que nunca se es presunto: la de la propia conciencia.

 

+13

 

Queremos saber tu opinión

3 comentarios