Niños de la llave
José Manuel Pérez Pardo de Vera En verano solía dedicar las tardes a preparar mis intervenciones orales ante los Tribunales. Conclusiones, alegatos finales. La calma aletargante de la canícula parecía propiciarlo. Pero aquel día me fue imposible. Obstinados destellos se habían propuesto boicotear mis dotes persuasivas. Aquel presunto incumplimiento contractual debería esperar.
Provenían del piso de enfrente. Entre las rendijas de la celosía, se presentían unas temblorosas piernas infantiles, que, con temerario desprecio por su seguridad, encaramaban sobre un taburete a dos grandes ojos oscuros. Mitad implorantes, mitad curiosos.
Hoy le cuento entre mis alumnos en vacaciones. Junto con otros chavales que también emiten destellos. Los del sol al reflejarse en las llaves que penden de sus cuellos mientras sus padres trabajan.
Me gusta pensar que les alejo de cualquier desalmado maleante. Y, mientras les miro, recuerdo, con distancia de siglos, que en la Antigüedad muchos grandes abogados un día fueron niños en clase de oratoria.
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Buenas tardes José Manuel . Veo que sigues en tu linea de mirar siempre, aunque sea de reojo, a la historia. Me ha gustado tu relato (como todos los meses). Suerte.
Muchas gracias, Ángel! Ya sabes que cada uno tiene sus «querencias». Enhorabuena por tu relato. Ya me he pasado por tu sitio para decirte lo que me parecía. Que tengas mucha suerte.
Gracias, José Manuel, por traer al concurso a los «niños de la llave» y hacernos reflexionar sobre ellos. Su realidad, ciertamente, es menos alarmante que la de los «niños de la calle», pero los chavales de la llave están más próximos en nuestro caso y quizá la solución a su problema esté más a nuestro alcance.
Suerte, compañero.
Muchas gracias, Manuel! Enhorabuena por tu mayordomo. Ya le he dejado mi voto. Qué imaginación más prodigiosa la tuya! Y qué relatos tan divertidos. Que tengas mucha suerte.
Hola, José Manuel.
Un micro que llega al corazón, enhorabuena.
Un abrazo por traer al concurso esta realidad.
Muchas gracias, Towanda! Tus comentarios son siempre casi tan buenos como tus relatos, con los que tanto disfrutamos. Un abrazo fuerte.
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