Imagen de perfilJuicios de valor

Maria Navedo Saurina 

La ola de calor me pilló en el juzgado instruyendo los últimos expedientes de mi carrera junto a Elisa, mi leal colaboradora; ella hacía todo más fácil, desde la adopción de una medida cautelar a la redacción del auto más complejo. Siempre me amó en secreto pero nunca nos confesamos estas emociones. Cuando anuncié a mis hijos que este verano no les acompañaría a la costa, tuve que oír todo un glosario de reproches que me dejaron helado “eres ya mayor, papá…por respeto a la memoria de mamá”. Después de una vida dedicada a administrar justicia creía tener derecho a un juicio más justo. Está claro que ya pasaron los tiempos en que era su héroe y que éste será mi último caso para sentenciar: tras la primera pesada, la balanza se inclina hacia el lado del corazón, el que me dice que sea feliz junto a ella.

 

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