CIEN MIL UNO
José Miguel Perlado Villafruela · MadridYo huí para salvar la vida, señoría, la de mi familia y la mía. Los cortes de agua y luz, la falta de alimentos, el sonido de los bombardeos, a veces lejanos, otras horriblemente cerca, se convierten en lo habitual, hasta que una parte del cuerpo, o del alma, dice basta.
Salir de casa para buscar comida, o noticias de los conocidos ya no podía hacerse con la seguridad de volver.
Por eso crucé la frontera arrastrando a los míos, con lo puesto y el poco dinero que pude reunir. Para pedir asilo y saber que, si uno sale a la calle, volverá seguro a casa.
Huí de la guerra buscando un país donde el derecho a la vida, a la seguridad, se respetaran, no fueran un sueño.
¿Y me dice, señoría, que hago el peticionario de asilo cien mil uno, y que el cupo pactado era de cien mil?