Imagen de perfilNunca jamás abusarán

Carlos Alberto López Martínez 

Cuando te perdimos, apenas tenía edad para ir al instituto. A veces, miro tu foto, porque siento tus rasgos difuminarse en mi memoria. Marchabas temprano, para la fábrica donde trabajabas, con la mitad de los padres del barrio. La sirena de acceso y salida de cada turno marcaba las horas de tu vida y también de la nuestra. Hasta aquella tarde en que ya no volviste más, porque tu cuerpo, en medio segundo quedó destrozado. Tus compañeros murmuraban que la valla que te debía proteger falló. Pero nadie hizo nada. Ni antes ni después. Mamá nos sacó adelante, dejándose las rodillas y la vista, limpiando casas y haciendo arreglos de ropa, mañana y tarde. Su salud aguantó apenas para verme licenciarme en Derecho. Espero que os reunierais bajo la sirena del Cielo. Allí podréis vigilar como vuestro hijo, abogado laboralista, lucha porque no haya más abusos. No en mi guardia.

 

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5 comentarios

  • Tu relato me ha recordado un poco la maravillosa canción del gran Víctor Jara: «Te recuerdo Amanda», con el añadido de una continuidad, en la que una mujer viuda de forma injusta lucha por sacar a su hijo adelante, quien, a su vez, batallará como abogado porque una injusticia a nivel laboral que quedó impune, como la que le ocurrió a su padre y marcó la vida de toda la familia, no vuelva a repetirse.
    La fuerza que desprende el título muestra todo el empeño que pondrá en ello, que, seguro, le hará falta, habrá de enfrentarse a fuerzas poderosas. Esas tres palabras, asociadas con el resto, nos cuentan, asimismo, que nunca hay que rendirse y que el buen ejemplo siempre deja poso.
    Un saludo, Carlos

     
    1. ¡Muchas gracias por tu comentario! Había escuchado hace años la canción, pero de boca de Mercedes Sosa. No sabía que era de Jara. El que hayan pasado tantos años desde su trágica partida sin que sus versos pierdan su sentido demuestran lo universal del sentimiento con que fueron alumbrados y la sin razón de hacer callar al autor para que no vuelvan a volar las palabras. Por mi parte, solo sentía que también debía homenajear a las supervivientes, pues desde Las Troyanas se ha retratado que después de la derrota quedan siempre las derrotadas desamparadas. Pero sentía que el tópico no es completo porque es en esa derrota donde lideran la lucha más descarnada, por sacar a los suyos adelante. Y, por supuesto, alguien que bajo tal ejemplo crece no puede sino odiar la injusticia.