Proceso pendiente
Urko Madrazo Aguirre—A estas edades ya no estamos para correr, señoría. Es imposible que fuera yo quien salió huyendo tras robar ese diamante —aulló Braulio con un gesto de asombro.
—Hay testigos, señor. Además, he presenciado hechos más inverosímiles en mi larga carrera.
—Obsérvele, ¡joder, no pude ni andar! ¿Cree que está en una silla de ruedas por gusto? Solicitaré al centro un informe médico que demuestre su estado de salud. Debo proteger la integridad de mi cliente —intervino Baldomero, su abogado.
—Espero ese informe, pero debería vigilar sus modales, letrado. Continuaremos en la próxima sesión, ahora debemos ir a comer —sentenció el juez con un golpe sobre la mesa.
Apoyada en el marco de la puerta que daba acceso al salón, Alba observaba la escena con dulzura mientras esperaba para acompañarlos al comedor. Jugar a “los abogados”, como lo llamaban, se había convertido en un entretenimiento muy popular en aquella residencia.
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Con razón dicen que, a veces, los ancianos se vuelven como niños. Nunca deberíamos dejar de serlo. También se les atribuye sabiduría, seguro que los de este grupo de la residencia están sobrados de ella, lo demuestran su buen humor, creatividad y cooperación. La dulzura y comprensión de su cuidadora también dice mucho de ella.
Un relato simpático, que desprende ternura y se lee con una sonrisa.
Un saludo, Urko
Hola, Urko.
Un relato lleno de ternura, fuerza e imaginación.
Es fácil imaginarnos la historia, esos personajes «lidiando» con su juicio diario. El entretenimiento que mantiene sus mentes activas, la emoción de ganar al adversario (fiscal o abogado), la contemplación de la acción, el sentimiento de participar en algo distinto a la realidad conocida, inalterable, aburrida. La capacidad de disfrutar de un caso distinto, una novedad diaria…
Mis felicitaciones y mi voto!!