Imagen de perfilEstafa emocional

José Luis Barros Justo 

El auto judicial no me dejaba otra alternativa: debía aportar nuevas pruebas, para demostrar la estafa. Así que, reuní fotos de nuestros fugaces encuentros, y presenté documentos de pagos y transferencias.
El abogado me informó que mi «príncipe azul» no era más que un timador. Un experto en regalar los oídos a mujeres incautas, con románticas promesas. A su última víctima la había dejado sumida en una brutal depresión, tras vaciarle las cuentas. Pero yo no me podía creer que lo nuestro fuera un engaño. Parecía noble y sincero, y además era tan guapo… Pero siguiendo los consejos legales, continúe con la demanda.
Necesito que nos veamos cara a cara, y saber si recibió los 5000 euros que le envié ayer para la operación de su madre.

 

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