Irene Brezmes Diez

Microrrelatos publicados

  • Matar a un ruiseñor

    Subido a la copa de un árbol, en las afueras de Kinsasa, pienso en Atticus Finch: él me inspiró la vocación desde niño, pero con el tiempo, descubrí que mi naturaleza -como la del cinematográfico ave- era inquieta y migrante. Ni la alianza del dedo, ni la rutina del despacho estaban hechas para mí, ni -lo más decepcionante- la americana me sentaba tan bien como al maldito Gregory Peck.

    Decidí cambiarla por una camiseta y comencé a viajar, ejerciendo de asesor jurídico para sufragar mis gastos. Colaboré, por solidaridad, con varias ONG y junto a otros abogados nómadas, fundé una organización orientada al apoyo mutuo, a fortalecer nuestros lazos, intercambiar información sobre legislaciones de diferentes países y a cooperar en nuestras tareas.

    Ahora, huyendo del grupo de matones que un cacique local ha contratado para abatirme, me pregunto cuándo dejarán algunos hombres de intentar matar a un ruiseñor...

    Y silbo.

    | Agosto 2020
     Participante
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  • Minutas

    Una mañana entré a mi despacho y encontré mi trabajo lleno de tachones y anotaciones en los márgenes. Pregunté a mis compañeros quién había sido; todos lo negaron.
    Tras examinarlo con recelo, tuve que admitir que planteaban una estrategia mucho más eficaz, así que decidí seguir cada recomendación. Ganamos la causa -importante, por cierto-, brindamos, todos me encumbraron.

    El suceso se repitió al mes siguiente, así que decidí instalar una cámara en el acceso para descubrir a mi corrector. Paz era una indigente de la zona a la que conocía, estudiaba libros de derecho por entretenimiento y no tenía dónde dormir. Vi cómo tachoneaba mis estrategias tumbada sobre la alfombra, hasta que le entraba el sueño.

    Agradecido, le dejé un sobre con dinero y una nota: - Para facilitar tu vida.

    Esta mañana he encontrado su respuesta: - ¿A esto llamas minutas, inútil?
    Acompañado de una demanda por explotación laboral.

    | Julio 2020
     Participante
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  • La importancia de la ley

    No recuerdo cuándo se decretó la última prórroga del confinamiento, ni cuánto debía durar. Pasé los primeros años estudiando medicina y microbiología, en busca de una vacuna contra los distintos coronavirus que nos acechan. Soñaba con detener la propagación de las pandemias, dar el feliz anuncio al mundo desde mi hogar, pero en algún momento, desistí. Estudié antropología, después derecho: puro entretenimiento. Ahora soy una especie de hombre del renacimiento desaprovechado, pobre de mí, y recluido entre estas cuatro paredes cavernarias donde a veces tengo que aplicar mis conocimientos sobre la ley. Resulta que Viejo Botijo de Vino, una vez más, se ha precipitado, vaciándose, con claro dolo, sobre Alfombra Blanca y provocándole una serie de lesiones irreversibles. Aparto mi mascarilla, lamiendo las últimas gotas del preciado líquido mientras miro a Botijo con rencor. Ocho años de prisión, es lo mínimo que pienso pedir para él. Que comience la sesión.

    | Abril 2020
     Participante
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