Harry Potter
Rubén Gozalo Ledesma—Tu suerte tiene fecha de caducidad. ¡Te he puesto tres velas negras! — me dijo con sorna el fiscal en la cafetería de Plaza de Castilla.
Le mandé a hacer puñetas, cogí un panecillo de la cesta y lo hundí en el café. El anuncio de la agencia había causado furor. Los publicistas me habían convertido en un mago del derecho. Con mis trucos conseguía deslumbrar a los jueces y a los miembros del jurado. Así, en los pleitos, sacaba un conejo de la chistera en forma de prueba cuando todo parecía perdido.
De pronto, se acercó un chico que tenía una de esas calcomanías que parecía un tatuaje.
—Tú eres ese abogado de la tele. Ése que hace magia, ¿verdad?
En su rostro advertí cierta decepción.
—¿Y para qué me necesitas?
—Para que papá no vuelva a hacer daño a mamá y desaparezca para siempre de nuestras vidas.
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Directo, sincero y actual; eso se desprende de este concurso de Microrelatos. Gracias