Imperdonable

María Pia Toro García · Barcelona 

Era tan perfecta la constitución física del demandante que el Magistrado no pudo ocultar su envidia. Recordó de nuevo aquel frío día de diciembre en el que la nieve en la carretera le jugó una mala pasada. Supo definitivamente que nunca iba a sobrellevar con elegancia la deformación de su rostro tras el accidente. La cojera no era tan importante, era inapreciable tras el estrado, y la toga ocultaba su cuerpo maltrecho. Pero veía la repugnancia en el gesto de todos aquellos que pasaban diariamente por su sala de vistas, ya fuera partes, testigos e incluso abogados, aunque le hubieran visto otras muchas veces. Una perfección física como la de aquel Técnico de Prevención de Riesgos Laborales no podía tolerarse. Sin duda en su Sentencia ratificaría la procedencia del despido. Era inadmisible que hubiera autorizado la pintura de las paredes de la empresa de color blanco. Blanco como la nieve.

 

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