Imagen de perfilHorizonte a medianoche

Marta Trutxuelo García 

23:50 p.m. Control de acceso, apertura de puertas y una melodía de tacones sincopados en crecimiento ascendente por la escalerilla de titanio. Un vuelco en el estómago me anuncia su inminente llegada. Ella. Esperanza. Tras ese mechón que juega al escondite con su mirada plateada. Y un as camuflado bajo un pliegue de su toga de aluminio: «Garantizado el suministro de alimentos a perpetuidad en lugar de destino…», «… prospera el recurso contra la Ley interestelar de asilo…», desvela la sentencia encriptada en el dispositivo interno de mi abogadandroide Esperanza. Ella me facilita los salvoconductos que nos van a proteger en nuestro viaje y nos despedimos. Abrazar a un ser metálico nunca me transmitió tanto calor y confianza.
23:55 p.m. El navegador pone rumbo al horizonte rojo de nuestro nuevo hogar, allende las galaxias, en otro planeta, libre de hambre y guerra para nosotros, los últimos refugiados de la humanidad.

 

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