Un pastorcillo soñador
Mayte González-MozosCuando ingresaron su esperada nómina como abogada de oficio, hizo un “kit-kat” entre investigaciones, pleitos, querellas… Abrió las cajas correspondientes a la estación del año. Ignoré bajo que arbitraje, a mí me puso en el puente que cruza el río de cristal. Desde allí descubrí sus ojeras. El trepidante ritmo de vida había desmejorado sus facciones. Tras estudiar la carrera se esfumó su aire ingenuo. Respiró al colocar la estrella, y en su dura mirada adiviné el esfuerzo por mantener un equilibrio entre la tensión laboral, y la vida familiar. Esta vez me temo que tampoco sucederá. Por más que lo deseo y se lo pido como cada año a mis vecinos los Reyes Magos, no me abandonará esta inmovilidad. Y me guardará, con suerte junto a las ovejitas, y no al lado del “caganer”. Y tampoco se habrá producido el Milagro de poder trepar hasta su cara para besarla.