ADVOCATUS
Marcos de Miguel · MadridRestaurante. Tintineo de voces y cubiertos. Dos abogados, uno joven y el otro anciano, se sientan ante una mesa y, ojeando el menú, discuten sobre el pleito. Hablan idiomas distintos. Frente a frente, la calma de la experiencia contra la vanidad de quien ansía comerse el mundo. El anciano se harta y proclama sereno: “Fue en la antigua Roma donde se desarrolló por primera vez la profesión de abogado, palabra que viene del vocablo latino advocatus, que significa llamado, porque entre los romanos así se llamaba a quienes conocían las leyes de socorro y ayuda”. El joven se sorprende. ¿A qué viene eso? “Es la clave”, responde el erudito. En la abogacía no hay atajos y una comisión a destiempo puede hundirle en la hoguera de la infamia. Silencio. El aprendiz medita, mas no recapacita, en su código ético todo vale, y desprecia el noble juicio de un padre ya decrépito.