MI HISTORIA POR UNAS MONEDAS

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA RODRÍGUEZ · VALLADOLID 

“Cuento mi historia por unas monedas” rezaba el cartelucho del sintecho. Tenía algo de calderilla, así que decidí escucharle. –Fui un buen abogado –dijo el pordiosero–, pero el menú de la vida me deparó un amargo postre. Un cliente me confesó la comisión de un crimen horrible, pero seguí con el pleito. Era padre de una niña, ¿sabe? –He de irme –interrumpí arrepintiéndome de las monedas perdidas en la lata del mendigo. Al irme, gritó la clave de un expediente que aún no sé por qué decidí investigar. Descubrí algo estremecedor: un hombre fue declarado inocente gracias a su abogado. Tiempo después, la hija del letrado acabaría siendo la séptima víctima de ese hombre. Como mi hoguera de las vanidades, aquello fue el inicio del camino que me llevaría a compartir boca de metro con el antiguo abogado. Cuento mi historia por unas monedas.

 

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