EL TRIBUNAL DE LOS LOCOS
MANUEL MORENO BELLOSILLO · MADRIDAl principio pensé que era una pesadilla… La borrachera del día anterior se había transformado por la mañana en una resaca insufrible. Cuando llegué a los juzgados el Tribunal de los Locos me estaba esperando y toda la Sala parecía expectante. Napoleón- el magistrado ponente del Tribunal- abrió la vista citando el número de procedimiento y tomándome juramento. «Se le acusa de estar cuerdo ¿Cómo se declara el acusado?», me preguntó Napoleón. «Inocente, señoría, o al menos no del todo culpable», contesté. «Su declaración es de una sensatez y cordura innegables, por la potestad que me ha sido conferida le condeno a la lucidez y pasar el resto de sus días en el mundo real», sentenció Napoleón golpeando su cabeza contra la mesa como si fuera un mazo. «Socorro, socorooooooooooooooooooo» traté de gritar, pero repentinamente había enmudecido y el grito se ahogó en mi boca eternamente.