Paradoja
Jose Luis de Miguel Gómez · MadridCierra el despacho. Baja aceleradamente las escaleras hasta la calle. Ha terminado un escrito con vencimiento y le es imposible sacar mas jugo de aquel fruto seco que es ahora su atrofiado cerebro, máxime desde que salio del ministerio y volvió al ejercicio profesional. Entra al bar. Saluda cortesmente, pero nadie le responde. Ocupa su rincón junto a la columna pegada a la barra. Suena la campana que anuncia la última oportunidad. Pide gintonic con piel de mandarina. No es un pub ingles ni el aviso de última consumición. Es Madrid a las once de la noche del 1 de enero de 2011. Queda una hora de placer legal y el abogado saca su habano, lo prepara, lo enciende y aspira ansioso mientras piensa con pena: «les redacté la Ley y a cambio me cesaron como ministro». Y contempla el humo que mañana prohibirá su norma.