Imagen de perfilDeseos, los justos

Marta Trutxuelo García 

Asombrado, le observé entrar al bufete a bordo de una alfombra voladora. Mi nuevo cliente, Al-Adino, quería interponer una demanda contra la empresa «Deseos cumplidos», con la que mantenía un contrato que ésta había quebrantado en dos de sus tres cláusulas. Según la primera, Al-Adino solicitó renovar su energía vital mediante una alternativa natural y asequible, y el gerente de la empresa, Gen i Os, respondió ofreciéndole un multivitamínico de marca blanca. El segundo servicio anulaba el primero, provocando en mi cliente grave agotamiento físico y monetario. Al-Adino, abatido, depositó sobre mi mesa el objeto que materializaba su contrato, una lámpara polvorienta. Tras limpiarla vi reflejarse al unísono mi sonrisa y la de Gen i Os sobre la superficie brillante. Al-Adino aceptó mi consejo: amparándose en la tercera cláusula, traspasaría a mi bufete, «Las mil & una demandas», la gestión del contrato con «Deseos cumplidos». Justicia… tan mágica como maravillosa.

 

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