Imagen de perfilSímiles

Nerea Barros Domingo 

Tratando de no usar frases manidas, ni gestos condescendientes, escucho la azorada confesión de mí cliente. Desea hacer testamento vital y de últimas voluntades, pero admite que no sabe leer ni escribir.
Sus noventa primaveras y la falta de formación, no le impiden, sin embargo, razonar con coherencia y determinación.
-He trabajado duro dice, mostrando sus curtidas manos. No quiero que mis posesiones acaben saciando la codicia de mis parientes. Tampoco quiero sufrir en mis últimos días. Ya he vivido lo suficiente, y sólo ansío una muerte digna.
La entereza con que este hombre expresa sus deseos postreros, me hace recordar la valentía y el arrojo de mi propia madre. Su empeño para que yo me convirtiera en abogado, y aquellas primeras palabras que aprendió a leer, con casi cuarenta años, en mi cuaderno de apuntes:
-”De-re-cho-a-la-e-du-ca-ción”.

 

+10

 

Queremos saber tu opinión