Genoma inhumano
Jerónimo Hernández de CastroLo de su hijo era un buenismo ingenuo de personaje de “La casa de la pradera”. Él tuvo que solventar dificultades desde muy joven y la primera la de su propia economía. Pocos juristas amasan una fortuna tan inmensa en tan poco tiempo. Tenaz, expeditivo, un tiburón de cuello blanco con instinto destructor ¿Cómo podía haber engendrado un heredero así? Pura carne de colleja necesitada de un meneo constante para ponerse a funcionar.
Exhaustivas pruebas de paternidad le condujeron al divorcio y a confirmar sus temores. No había duda: era suyo. Entonces apareció su obsesión por financiar un proyecto para encontrar los genes del ADN de abogados como él, ausentes por completo en la herencia de su vástago, pero algo falló.
Una muestra del material genético hizo mutar el retrovirus que originó la pandemia: la enfermedad letal que destruye a quien la contrae y a todos los que tiene cerca.
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Hola, Jero.
«Pura carne de colleja…», jajaja. Desde luego un genoma inhumano, qué buen título.
Enhorabuena y que el ´número de votos vaya subiendo como la espuma.
Un abrazo enorme y mucha suerte, bonito.
Muchas gracias Towanda!
Un beeo enorme
Tu protagonista tuvo un heredero de carácter demasiado apacible, el problema es que su iniciativa para crear una raza de tiburones de cuello blanco trajo consecuencias indeseadas, que se resumen muy bien en el acertado título.
Un abrazo grande y suerte, Jero
Muchas gracias Ángel!. Esos tiburones tienen una herencia más peligrosa que sus dientes. Gracias por tus comentarios como siempre.Un abrazo enorme y suerte para ti también!
Hemos coincidido, Jerónimo, en tachar de ingenuos o blanditos a los personajes de «La Casa de la Pradera» (por cierto, el título original en inglés -Casita- tiene connotaciones aún más blandengues), aunque Marta T. recuerde que también había en el elenco algún malencarado y envidioso.
Cuando no se cumple «de tal palo tal astilla» (o de tal ADN tal naricilla), hay mosqueos, sea el suspicaz abogado, ingeniero o archivero. Para redondear tu historia introduces mutaciones que deparan retrovirus, capaces de cortar de raíz las obsesiones del padre obsesivo.
Suerte, Jerónimo,
Muchas gracias Manuel! Es curiosa la coincidencia!Sin duda la familia Ingalls dejo huella en muchos de nosotros. Un gran abrazo
Lo de «pura carne de colleja» me ha llegado al alma. Y por lo de la pandemia, trataré de no rodearme de posibles portadores del virus, aunque ya se sabe que la estupidez humana es infinita. Peasso relato.
Gracias por tu comentario! Yo creo que todos somos portadores de ciertos génes que se las traen. A ver si conseguimos que no se manifiesten un abrazo
Si el hijo era un buenazo no sería por la influencia del padre, eso está claro :-))
Esperemos no estar cerca de ese ADN.
Un abrazo Jero.
Carme.
Gracias Carme. Desde luego los génes no son todo. Un beso enorme
Yo me voy a arrimar a ti, a ver si se me pega algo.
Un abrazo, Jero
Jajaja. Muchas gracias Margarita. Ten cuidado no te lleves alguna sorpresa. Un abrazo