NO HAY CLIENTE PEQUEí‘O

EVA CORNUDELLA S¡µENZ DE VALLUERCA · Barcelona 

Me recibió en aquel despacho antiguo y señorial donde el suelo de parqué crujía tan solo con el movimiento de su silla. Su hablar empalagoso y denso como de boca pastosa hacía juego con el olor de la madera vieja y el óleo que presidía la sala. Un retrato de su padre, me dijo, decano de un colegio que no recuerdo. Cuando le pagué la provisión echó mano de una caja metálica con candado como la que utilizábamos de pequeños para guardar el fondo común del colegio y entonces supe que era el abogado ideal para reclamar mi deuda. Alguien que utilizase un cachivache semejante para gestionar sus cuentas daría valor a mi deuda. Alguien para quien no hay, como me dijo, cliente pequeño.

 

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