Maquetas y condenas
Nieves Azcárate Aguilar-AmatMi secretaria me avisó: «Su hijo le espera en la sala de espera». «Dígale que repaso un informe urgente y ahora lo veo». Quería que yo escuchara la maqueta que acababa de grabar con su grupo de rock. Esperaba que lo dejara seguir adelante con su fantasía de la música, ahora que tenía que decidirse entre el derecho y la guitarra. Puso el disco en el reproductor. ¡l me miraba buscando una respuesta y yo pensaba en una escena similar de hacía treinta años, cuando mi padre me exigió concentrarme en el bufete de la familia y truncó mi sueño de ser actor. Desde entonces, sufro cada día esta rutina como una condena. La canción logró emocionarme, era rabiosamente buena. Cuando acabó, dije: «Ya te lo he dicho mil veces: tienes que dedicarte a algo de provecho. No llores, no hagas una montaña de un grano de arena».